jueves, 31 de enero de 2013

1994

Madrugada de 1994...
Silencio.

viernes, 18 de enero de 2013

Aquellos años sesenta...



Buenos años para recordar...
Ni mejores ni peores...
Eran otros tiempos.

viernes, 11 de enero de 2013

Oración del año que comienza...




Mi Señor… Mi Cristo… Mi dueño…
Dueño de la eternidad y del tiempo.
Tuyos son mi ayer, mis recuerdos.
Mi hoy, mi presente… Mis anhelos…
Y mi mañana… con todos mis sueños.

Hoy quiero agradecerte todo cuanto he aprendido.
Todo lo que de Ti he recibido.
Gracias por regalarme a mis amigos…
Por la vida y por el amor de los míos.
Por las flores, por el aire y por el sol…
Por la felicidad y por el dolor
Por todo lo que pudo ser… Y no ha sido.

Hoy quiero ofrecerte todo lo que hice en el pasado.
El trabajo que me diste, lo que pude realizar
Todo lo que me permitiste soñar…
Lo que pude construir… Y en lo que pude fracasar…

Quiero agradecerte lo que siento
Por todos aquellos a los que he amado.
Por la nuevas amistades que hoy tengo…
Y por todo lo que compartí con ellos.
Por tanto viejo amor atesorado,
Por la vida, el dolor, la alegría y el trabajo.
Por tantos buenos y malos ratos…
Por tanto como he reído y tanto por lo que he llorado.

Hoy Señor… También quiero pedirte perdón…
Perdón por todo el tiempo perdido.
Por tantas veces en las que sin querer, he ofendido,
Hoy Señor… Te quiero pedir perdón
Por la palabra inútil y el dinero mal gastado.
Y por todo el amor, que pudiendo haber regalado,
He sido tan imbécil de haber desperdiciado…
Por tantas obras vacías y por mis falsos halagos…
Por el trabajo mal hecho… Y por mis enfados.
Perdón por haber vivido tantos días… Sin el menor entusiasmo.

También por aquella oración
Que, poco a poco, fui posponiendo.
Por mis olvidos… Y mis silencios…
Hoy de nuevo… Te quiero pedir perdón.

Ahora que comienza un nuevo año.
Y detengo mi vida ante el calendario…
Te pido para mis parientes y amigos
La paz y la alegría… La esperanza y el buen tino…
La fortaleza, la prudencia y la sabiduría…
Quiero que puedan vivir cada día
Con optimismo y bondad,
Llevando el corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra nuestros oídos a toda falsedad,
Nuestros labios a la mentira,
Nuestros malos momentos a la ira,
Nuestros pensamientos a toda maldad…
Y nuestras almas al egoísmo y a la enemistad.

Abre nuestro ser a todo lo que es bueno…
Que nuestro espíritu este repleto
Solamente de bendiciones y buenos deseos,
Para derramarlos por donde quiera que pasemos.

Llénanos Señor también de bondad y de alegría
Para que las personas que se crucen en nuestras vidas,
Puedan descubrir en nosotros, un poquito de Ti cada día…

Danos Esperanza Señor…
Colma nuestras vidas de felicidad
Y que perduren el amor y la sinceridad
Para siempre en nuestro corazón…

Que así sea.

jueves, 10 de enero de 2013

Corría la tarde del Lunes Santo de 1996...

Pues si, amigos míos.
Corría la tarde del Lunes Santo de 1996.
Sin duda otros tiempos...

Ni mejores, ni peores. Pero otros tiempos...




Disfrutenlo...

miércoles, 9 de enero de 2013

Feliz año amigos...





Feliz año amigos...

Después de leer emocionado éste articulo, he creido conveniente compartirlo con todos Ustedes.
Que lo disfruten...


Artículo publicado en La Vanguardia, escrito por la periodista Ángeles Caso

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sana que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada.Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piense que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.