Cuantas veces
Señor…
He intentado
contar aquel momento,
Cuando tanto
dolor
Y todo el desaliento
De esta
pobre alma atormentada
Se fundieron
para siempre en tu mirada
Y encontré
el consuelo y tanto Amor
Que colmaste
mi vida de Esperanza…
Como contar
que la vida,
Aquella misma
mañana
Me había robado
la esperanza…
Al entregar
a la tierra a mi hija.
Como contar
que aquella triste mañana
Al llevar
su pequeño cuerpo entre mis brazos
Mi
corazón se había partido en pedazos…
Y que al perder
lo que más amaba
También se
me había muerto el alma.
Como
contar que aquella tarde aciaga
Cuando mi
alma destrozada
En la
absoluta soledad del templo
Se enfrentó
al más amargo de los encuentros…
Cuando mi
vida entera se marchaba
En pos del
pequeño féretro…
Cuando
todo mi ser se desangraba
En tan trágico
y doloroso momento,
Vencido por
el más atroz abatimiento…
Cuando, sin
más equipaje que el rencor
De un océano
de desesperación…
El entendimiento
y la razón,
Cegados
por la rabia y el corazón
Y el alma
rota en pedazos por el dolor…
Cuando el
infinito peso del madero
Que sobre
mis hombros Tú habías puesto…
Había doblado
al fin mis rodillas….
Y ya solo
deseaba que pusieras fin a mis días…
Más cuando
el insano vapor calenturiento
Al fin mi
entereza venció…
Y toda la
resistencia y el vigor
De un
hombre en su peor momento
Ya habían
tomado la determinación
De acabar
de una vez con aquel tormento…
Aquel instante
de impía locura
Tal y
como había llegado, cesó.
Cuando mi
mirada al fin se cruzó
Con todo el
Amor y la infinita ternura
Que se
desprendían de la Tuya.
Fue así
como todo el dolor y amargura
Que colmaban
mis entrañas
Trocaron
en paz y Esperanza…
Bendito
Cristo que en la estrechura
De la
peor calle empedrada
Colmas de
Amor y resignación nuestras almas.
Bajo el
manto de Tu sombra, redentora
Que vino
a dar la paz a mi alma atormentada.
Encontré respuesta
a todas las preguntas formuladas.
Y es por esto,
que cuando el temor y la duda me asaltan
Corro a
refugiarme bajo la sombra protectora
Donde me
siento seguro y me colmas de Esperanza.
Así fue como
me sumergí en Tu sombra revelada…
Cuando descubrí
por vez primera
En aquel abismo
insondable
De Tu dulcísima
y profunda mirada
La suave
brisa del consuelo y la Esperanza…
Cuando tanta
Paz y tanto Amor me regalaste
Y convertiste
todo mi invierno en primavera.
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