jueves, 21 de diciembre de 2017

Tanto que agradecerte este año...



Tanto que agradecerte este año, bendito Señor
Del Soberano Poder… Tantas cosas por pedirte…
Y tanto que agradecer a tantos, que bendecirte
No me basta… Que entregarte alma, vida y corazón
No me es suficiente… Que podría hacer o darte yo
Bendito Cristo de mis sueños… Como resarcirte
Tanto Amor como, sin merecerlo, quizás al peor
De tus hijos, le has dado.  Por esto, venerado Señor
Y dueño de mi vida, hoy quiero repartir Amor…
Que mejor regalo… A mi bendito Dios del Amor
Que en un día tan señalado, abrir el corazón
De par en par y desear a mis hermanos lo mejor…
Paz, trabajo, felicidad… Esperanza . Y como no,
Aunque me repita, esta antigua oración.

Ya que hoy por querer, quisiera
Que nuestro Señor me bendijera
Y Su Bendita Madre me concediera
Hacer realidad esta infantil quimera…
Solo te pido cuatro deseos, Señor…
El Primero, poder tener unos brazos
Tan fuertes, tan grandes y largos…
Que a ser posible, Señor
Fundiera en el mejor de mis abrazos
A todos y todas a los que tu Amor…
Eterno y Bendito Amor
Sin medida ni reparos
A lo largo de mi vida me obsequió,
Haciéndome quizá el mejor de los regalos.
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que no
He sabido encontrar el momento de amarlos…
El segundo deseo, Señor…
Tener grandes y fuertes manos.
Grandes y fuertes para hacer el mejor reparto…
Repartir Paz, Esperanza y cariño a mis hermanos,
Todo lo que de bueno albergue mi corazón
Para los que he amado,
Hoy amo, o amaré en un futuro lejano…
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que no
Me he sentido capaz de poder amarlos.
Y si pudiera ser que pudiera
El tercero, Señor…
Que Tu que todo lo puedes, me concedieras
La oportunidad de regalar de mí, lo mejor.
Mi mejor sonrisa, mi desmedida pasión…
Mis ánimos, mi mejor aliento… Y que sirviera
Para aliviar el llanto, la pena y el dolor
Que anida en el fondo del alma ajena.
Y de aquellos a cuantos quise, a los que querer quisiera
Y de aquellos por los hoy siento el mejor amor…
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que pudiendo haberlo hecho,
No haya sido capaz de conseguir dar aliento o consuelo.
Y el cuarto, Señor…
Hasta que mi alma y mi cuerpo encuentren descanso,
Poder pedir perdón a todos a cuantos
Sin desearlo, Ofendí, molesté, o hice algún daño
A lo largo de mi vida, en tantos y tantos años…
De la misma manera que yo perdono a cuantos
A mí me lo hicieron, me lo harán… O me lo hacen hogaño.
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que a pesar de intentarlo
No fui capaz de devolver más amor
Tras, después de alguna falta, haber sido perdonado.

Que nuestro Señor y Su Bendita Madre, bendigan cada uno de nuestros hogares y nuestras vidas siempre…
Mis mayores y mejores deseos de paz, amor y felicidad para todos.
Feliz Navidad.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Que difícil se hace a veces no gritar Esa palabra…



Cuando en tardes  como esta tarde…
En que el gris de la luz y la memoria,
Hace pasar ante tus ojos la historia
Y los recuerdos  donde las lagrimas arden…

Lagrimas que pugnan por salir… En alocada
Carrera hacia el suelo o hacia el cielo
Donde espera paciente aquel recuerdo
Que hace vibrar tu alma en llamaradas…

Que difícil se hace a veces no gritar
Esa palabra… Que aun no pronunciada
Desde hace tanto, en tu alma vuelve a medrar
Llenándote alma y corazón con la Esperanza.

Pues hoy no voy de nuevo a callar
Como he callado antes tantas veces.
Hoy quiero gritarla… Papá. ¡¡¡ Papá…!!!
Bendita palabra… Recuerdo evanescente
De un tiempo que nunca podré ni quiero olvidar.

Hoy, que como siempre me haces tanta falta…
Hoy… Cuando el diario discurrir tan presuroso
De la vida, te aturde ante la duda, receloso
De errar al adoptar la decisión, que si es acertada,
Te acomoda… Pero si yerras, te deja en la estacada.

Hoy, que desde esta mañana, muy temprano
Casi al alba, necesito tanto tu parecer y tus consejos…
Hoy que al igual  que en tantas ocasiones, me rebelo
Ante tu ausencia y añoro aquella casa en San Bernardo
Y aquella infancia, donde te tenía tan cerca y tan a mano.
Cuando aquel niño recurría a su buen padre, que perplejo
A veces, siempre acertaba a solucionar al momento
Con solo unas palabras, el mayor de mis contratiempos.
Cuando con tus grandes lecciones… Me dabas aliento.
Cuando con tu ejemplo de hombre, tanto en el trabajo
Como en la vida, Desbaratabas mis dudas y quebrantos,
Devolviendo a mi espíritu la paz como por ensalmo.

Que puedo decirte papá… Que te echo tanto de menos…
Que desde aquella fría madrugada de Febrero
En que para al fin descansar, te fuiste al cielo..
Echo de menos tu presencia y tu consejo…
Tus  "celtas", tus enojos, tu comprensión y el complejo
Mundo en que ahora, que ya voy para viejo…
Descubro cada día que voy mas a tu encuentro.

Hasta luego papá… Porque aunque estés en el cielo
Te puedo asegurar que en este momento
Te siento tan cerca de mí,  Te siento tan dentro…
Como cuando estábamos en casa en Los Remedios…

Hasta siempre papá… 
Gracias… Mil gracias papá.
Por enseñarme de nuevo,
con tu simple recuerdo
cual debe ser el espejo
donde mirarme y pedir consejo.


lunes, 4 de diciembre de 2017

Para todos...

A propósito de una grata conversación
Que mantuve el día de ayer con mi hermano
Emilio en la que como siempre, recordamos
Viejos tiempos, años pasados plenos de emoción,
Vivencias compartidas… Todo el anecdotario,
Las pocas risas… Y los muchos quebrantos
Que en aquellos más que duros y difíciles años,
Inopinadamente, pasamos bajo los pasos…
Llegamos poco a poco, a través de nuestro dialogo
A la conclusión de que quizás, estemos siendo ingratos.
Ingratos, si. Ingratos con nuestros jóvenes hermanos.
Esos hombres que hoy sienten y viven el privilegio
De continuar lo que quizás nosotros comenzamos.
Todos los que hoy disfrutan el honor de ser costaleros…
De convertirse, con toda la ilusión y por unos pocos años
En los pies de Cristo o de su Madre, debajo de nuestros pasos,
Ejerciendo y aprendiendo este oficio por nosotros tan amado.
Pues bien, mis queridos hermanos, creo que somos ingratos.
Porque pienso de corazón que fuimos afortunados
Al tener la oportunidad de poder vivir aquellos tiempos
En que la épica costalera, la leña y la falta de relevos
Eran el pan nuestro de cada corría. Cuando había miedo
Después de una chicotá en la que no sabíamos
Si podríamos con la siguiente… Cuando sobrevivíamos
A veces, gracias a que El señor ponía Sus divinas manos
Sobre aquellos locos y evitaba desgracias sin cuento…
¿Quien de nosotros, hermanos a lo que tanto debo,
No quiso en algún penoso momento de aquellos años
Irse de allí corriendo y mandarlo todo al carajo?
¿Quién de nosotros, aprendices del oficio costalero,
Que si bien es cierto que disfrutamos de conocernos,
En todos aquellos años de vivencias para el recuerdo…
No rezó para que apareciera o llegara algún compañero
En socorro de los que ya pensábamos Dios mío… No puedo?
Que igualmente, es cierto que afortunadamente, forjamos
Amistades para siempre en las adversidades, que conocimos
Quizás límites insospechados y a nuestros mejores amigos…
Que a veces, tras corrias de sufrimiento y esfuerzos inhumanos
Creimos tocar la gloria… Cuando habíamos conseguido
Llegar por fin a la capilla y haber encerrado el paso…
Que tuvimos la ventura de adquirir valores, amor y vivencias…
Que atesoraremos para siempre, cientos de experiencias
Inolvidables y tantos abrazos… Ay aquellos abrazos…
Que tras terminar una dura corría, para siempre nos llevamos.
Pues bien, mis queridos hermanos de trabajadera.
Hoy, desde estas pobres líneas escritas de corazón,
Quiero, en lo que por mi parte quede, a los que por fuera
Y por dentro de nuestro mundillo os contaran u os dijeran
Que indudablemente, cualquier tiempo pasado fue mejor…
Pues no hermanos míos. Creo que puedo deciros que no…
Y que al igual que todo evoluciona con el paso de los años,
Esto que tanto nos apasiona, indudablemente ha cambiado.
Gracias a Nuestro buen Dios, aquellos duros tiempos pasaron.
Y de la misma forma que no queremos para nuestros hijos
Las penurias, carencias, privaciones y enormes sacrificios
Que en nuestra ya lejana juventud, casi todos pasamos…
No deberíamos querer para nuestros jóvenes hermanos
Que pasaran las amargas fatiguitas y todos los sinsabores,
Que nosotros tambien pasamos. Que cometan los errores
Que nosotros muy a nuestro pesar, sin querer cometimos.
Por esto, hermanos que al igual que nosotros antaño,
Volvéis a calzar la ropa… Y ponéis todo vuestro amor
En continuar nuestra más que loca y bendita afición…
Con toda mi alma y mi corazón, hoy quiero felicitaros.
Quiero dar un golpe sobre la mesa y humildemente, confesaros
Que este pobre viejo, loco de amor por nuestras tradiciones
Y por nuestro oficio, ha llegado a sus propias conclusiones
Y que siempre estará orgulloso de todos vosotros. De mis hermanos
En el amor a la trabajadera y al sacrificio, a la mejor tradición.
Porque ponéis corazón y casta. Porque cada vez lo hacéis mejor…
Porque hay grandes aficionados en todas la cuadrillas, ilusión
Por mejorar y perpetuar este sentimiento sobrecogedor
Del que una vez que te enamoras, se convierte en tu perdición.
Enhorabuena por vuestro esfuerzo y por vuestro trabajo. Y perdón
Por si alguna vez, el comentario de algún costalero añejo,
Al veros disfrutar de todo lo que desgraciadamente ya no podemos
Nosotros y sin pretenderlo quizás, os ofendió con la palabra o el gesto.
Creo hablar por boca de todos, Nuestro tiempo no fue mejor ni peor.
Nuestro tiempo, ese del que tanto nos acordamos, ya pasó.
Ahora les toca a nuestros hermanos. Alegrémonos por ellos. De corazón.
No seamos ingratos con ellos, hermanos que alguna vez lo fuimos
Del costal, la trabajadera, del dolor, del sudor y del sacrificio.
Alegrémonos por ellos de corazón y no deseemos a nuestros amigos
Que pasen por lo que pasamos… Y que sufran como sufrimos…
Nuestros tiempos ya se marcharon. Por todo esto y de corazón os digo
A todos lo que hoy se dejan la ilusión y las espaldas…Bienvenidos.
Aprovechad estos pocos años que podemos gozar de algo tan divino.
Disfrutad de cada segundo que la Providencia os regala y de los amigos.
Poned toda la casta que atesoréis y el amor que nosotros pusimos.
Esto ha de ser para disfrutar… A ver si entre todos, lo conseguimos.

Recuerdos y más recuerdos...



El Adviento. Tiempo para la intima oración.
Tiempo de espera vigilante y profunda reflexión.
Tiempos que vuelven… Días de Esperanza y de vigilia,
De arrepentimiento… De perdón y de alegría.
De prisa pasaran estos días antaño felices, días
Que desembocaban en torrente de ilusiones,
En aquel tiempo tan lejano rebosante de emociones
Infantiles, grabados a fuego en el libro de nuestras vidas.
Pero aquel niño al crecer, aunque disfrutaba
Emocionado de esos días, preludio de vacaciones
Escolares, tardes de brasero y alegres canciones
Perdidas en aquel ayer… Y ya casi olvidadas…
Deseaba íntimamente que llegase esta semana…
Los cortos días del Adviento cuando comenzaban
En mi interior las nervioseras y la gozosa espera.
De lo que estando por venir y no menos deseado
Hacía que por estas fechas, inevitablemente cada año…
En invierno, todo para aquel muchacho, se convirtiera
En la mas radiante, jubilosa y feliz de las primaveras…
Los días en que con ese intimo y viejo amigo
Volvías nuevamente a recorrer el camino
Que tantas veces antes, habías recorrido…
Ese camino que te llevaba al mismo sitio
Donde el reencuentro con tu capataz y tus amigos,
Hacía renacer la ilusión de aquellos niños
Que ya siendo hombres, daban lo mejor de sí mismos
Para seguir con una bendita tradición de siglos.
Cada año, en estos días comenzaba
La cuenta atrás, que irremediablemente me llevaba
Al camino ineludible de mis citas más deseadas...
Todo en mi existencia se transformaba
Con el solo pensamiento de lo que al fin llegaba
En tornado de ilusiones desbordadas…
Ese Domingo que de ramos y palmas estalla…
Reuniones… Pescaitos… La primera Igualá…
Noches de entrenamientos, amigos, copas y tertulias… La mudá.
Tres meses que pasaban volando para que al final
Llegara el día más deseado… El día en que el costal
Se convertía en tu inseparable compañero…
El día de volver a vivir el momento
De poder disfrutar el privilegio de ser y sentir en costalero…
El día de dejar de soñar y volver a revivir el viejo anhelo...
Y poder pasearlos por la calle de nuevo
Como tantos buenos hombres antes lo hicieron.
Así lo vivía yo… Por eso así lo cuento.
Qué pena que ya solo pueda vivirlo en mis sueños…