Que si, compadre… Que si.
Que aunque a nadie le importe
Lo que yo haya podido vivir…
Todo lo que he podido sentir…
Y a todos o a alguno de ellos, nada les aporte
Al mundo entero le
tengo que decir
Que ha sido el
Amor a este oficio, el norte
Mi faro y mi guía, para ser lo que fui…
Que siempre, desde que atesoro recuerdos,
Allá por las calles de mí viejo barrio
Quise ser costalero… Costalero de San Bernardo.
Y que primero fui monaguillo, pude ser nazareno,
Y que al fin, tras cientos de desengaños
Pude lograr mi mayor anhelo…
Me convertí en el aprendiz eterno del oficio
Que gracias a Él, heredé de mi padre y de mi abuelo.
Que fue por Amor a mis mayores y a la mejor de las
tradiciones…
Y también por aquella fe que me inculcaron mis mayores…
Que fue quizás, por las costumbres de mi bendita tierra
O también porque mi madre me pariera
La víspera de un viernes de Dolores…
Como explico que mi Dios o que la suerte
La afición de mi padre, mi barrio y mis quehaceres
Me llevaron al mayor de los placeres
Cuando probé las dulces mieles
Al sentir por vez primera
Lo que yo sentí al
probar la trabajadera…
Porque yo he sentío lo mismo
Cuando iba bajo un palio
Cuando sacaba un paso de gloria
En una cruz de
mayo o una custodia…
O cuando estaba bajo un paso de Cristo…
Sentía el calor de amigo…
La emoción del mejor de los sentimientos…
La entrega desmedida a la pasión por este oficio
El respeto por mi Virgen o por mi Cristo
Y el privilegio de poder vivir esos momentos.
Que si compadre, que yo he sentío lo mismo
Cuando me dejaba trozos de mi vida y de mi alma
Bajo la Virgen de la Amargura, Madre de dios de la Palma,
Con el Cristo de la Sed, o la Divina Providencia de Cristo…
En cualquier noche de duro entrenamiento
En cualquier mañana de armá, traslado o retranqueo
Bajo el paso de Herodes, San Gonzalo o el Prendimiento…
El Cristo de los Javieres o el Cristo que llega de los
Remedios…
La Virgen de la Salud o la Concepción del silencio.
Cuando comenzaba Su Pasión o cuando ya estaba amortajado…
Estando caído en la tierra o de sus ropas despojado…
Instaurando la Eucaristía…
O coronado de espinas…
Clavado en la cruz… o antes de ser sepultado.
Cargando injustamente el peso de mis muchos pecados
O la tarde del Viernes Santo, camino del Calvario.
Bajo una simple Cruz o tres Cruces y algún milagro.
Alumbrado por faroles, hachones o candelabros…
Bajo caballos, sayones, judíos mal encarados…
Por soldados del templo o legionarios romanos
Que fueran acompañando a mi Cristo…
Bajo olivos y misterios alcance con todos ellos
La gloria de pasear por las calles al Hijo de Dios mismo.
Entre azahares de recuerdos, aromas de Calle Feria
Postigos del Aceite, arenal de maestrantes,
Puentes sobre ríos de aguas verdosas o vías cargadas de
historias…
Por Triana, por el centro o la Macarena…
Cuando estábamos en Parque alcosa o en Aznalcazar…
Bajo caballos, sayones o romanos
Fuera Domingo de Ramos o la tibia Madrugada…
Nos muriéramos de calor o por llover demasiado
Nos tuviéramos que quedar en casa…
En el frío del mes de Enero…
En el calor del verano, el otoño, la primavera o el invierno.
Bajo una parihuela cargada de hierros…
De humildes vigas de cemento,
O de sacos de arena sin cuento…
Con un paso oscuro como la madrugada,
Dorado y centelleante a la luz de la tarde olvidada…
Bajo un palio de terciopelo o de rica plata labrada…
El mayor de los misterios, un crucificado o un Nazareno…
Un paso de Gloria o una alegoría de miedos…
Con la algarabía del mejor corneta o con toda la banda…
Escuchando el crujir del Silencio o el roce de la
alpargata
Que contra el suelo, rezaba por seguiriya
En cualquier calle de un pueblo… O de MI Sevilla,
Mientras la saeta se pierde entre la memoria y la noche
cerrada.
Porque yo he sentío lo mismo
Siendo aguaor, cuando iba bajo un palio
Cuando sacaba un paso de gloria,
En una cruz de
mayo o una custodia…
O cuando estaba bajo un paso de Cristo…
No quiero ofender a mi Dios, Yo me he sentio Costalero.
Y aunque nadie quiera creerme… Yo ya he estado en el Cielo.
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