Soberano Poder… Señor y Soberano
dueño de todo lo creado…
Asidero ultimo al que me
agarro cuando estoy derrotado.
Refugio de este pobre
pecador que acude hoy a Ti implorando
Amparo y que hastiado por
el frio que corroe mi cuerpo cansado.
Día, tarde y noche por
este lacerante dolor atormentado
Que me hace desgranar cada
segundo de mi vida, destrozado
Por el gélido corte del
acero que van dejando en mi los años,
Con la madurez que se va yendo…
y la vejez que va llegando…
Las batallas perdidas, el
dolor de tantos desengaños
Tanto amor desatendido y tantos
íntimos deseos postergados
Pensando que podría ser
mañana… Y hoy solo acompañado
Por el triste crepitar de
la llama de tantos recuerdos pasados.
Casi roto por el dolor.
que no ceja en su tenaz empeño
Por desvalijarme a diario
las ganas de vivir y mis deseos…
Mis ilusiones olvidadas, mis certidumbres, mis postreros sueños,
Que me roba el bienestar cotidiano
y convierte en perverso
Suministro de angustia,
desánimo, pesimismo y desaliento…
Emponzoñando mis pequeños
logros y todo cuanto emprendo.
El cien veces detestable y
maldito dolor que me acompaña
Desde hace tanto tiempo,
que invariablemente me arrebata
El entusiasmo, colma de
sinsabores cuanto intento y acaba
Con las pocas ganas que la
existencia, la edad y las etapas
De una vida de esfuerzo y
trabajo que comienza a estar colmada…
Y que para estos viejos
hombros, ya van siendo una pesada carga.
Dolor… Persistente dolor que
ni en mis sueños se desvanece.
Suplicio que la analgesia
no calma, y que en ocasiones parece
Que tal vez ignorarlo contribuiría...
Todo es en vano. Emerge
De entre la nada renuente a
ausentarse. Es entonces, plenamente
Convencido de que todo
combate es inútil, cuando disientes
De todo y de todos…
Renunciando a la lucha de forma indecente.
Aunque no es solo el dolor
físico el que de continuo me maltrata.
Tambien, a qué negarlo, el
vasto y atroz dolor que inunda el alma…
La desolación que te ocasiona
el ingrato recuerdo que delata
Tu estéril negativa a
aceptar la verdad… La certera puñalada
Que la vida una vez te asestó
y que por mucho tiempo que pasara,
Jamás desaparece y
envenena por siempre tu espíritu y tus entrañas.
Viviendo este purgatorio,
entre los dolores del cuerpo y del alma
Abocado a vagar sin tregua
ni consuelo… Entre lagrimas amargas
Transcurren mis días. Da
igual que tu no lo entiendas, Mañana…
Después de otra noche de
insomnio, al despuntar el alba,
Intentando sobreponerme a
esta dolorosa y tan despiadada
Existencia, que sin saber
por qué, y de una forma tan abnegada
Me siento obligado a seguir
sufriendo, con la razón nublada
Nuevamente por el dolor… El
detestable dolor que me acompaña
Volveré a intentar sobrevivir a otra dolorosa
y aciaga jornada…
Señor de los espacios
infinitos. Dueño de mis días y de mis sueños.
Soberano Señor en el que
en estos desdichados momentos
En los que triste y desgraciadamente
me encuentro inmerso…
En los que me siento abatido
por el peor de los desalientos.
En los que acudo, como
siempre, a refugiarme en tu mirada…
En los que afligido por el
dolor y la angustia que rebosan mi alma.
En los que no encuentro ni
puerta de salida, ni puerto de llegada…
Quiero que sepas que pase
lo que pase y hagas de mi lo que hagas
Siempre acataré tu
voluntad, y que siempre serás la última tabla
A la que este pobre
naufrago de la vida, permanente se agarra…
Te ruego Señor que
escuches mis suplicas… Y que me des ESPERANZA.
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