Parece que es la hora…
Y es la hora.
Ya se acabaron las dudas, las
incertidumbres, los entrenamientos, las noches de frío, las armás, los
retranqueos y los cuentos.
Ha llegado la hora de la verdad. La
hora de los hombres buenos.
Si, compañeros. La de los hombres
buenos que tienen en sus manos el testigo que, durante un corto espacio de
tiempo, hemos tenido la fortuna de que caiga en nuestro poder. Durante éste
tiempo, tenemos la enorme responsabilidad de hacer que no se olvide el pasado y
de sembrar lo mejor de nosotros mismos para el futuro… Muchos hombres buenos,
fuera ya de esta bendita aficción, sentirán un nudo en la garganta cuando
pasemos por su lado y muchos niños y algunos ya no tan niños, nos miraran con
admiración y envidia cuando pasemos junto a ellos.
Ha llegado el momento de ser y
ejercer de COSTALEROS. Porque debemos serlo y además parecerlo.
Ahora es el momento de recordar
que, el sitio que desde ésta noche hasta el Domingo de Resurrección vamos a
ocupar, no es de nuestra propiedad. Muchos hombres buenos se dejaron, antes que
nosotros, las espaldas bajo ese trozo de cielo que nos cobijará durante unas
horas y que nos hará sentirnos en la gloria… Justo donde queremos, con quien
queremos, junto a los nuestros y… Bajo Él o bajo Ella.
Todo lo que consigamos será
porque entre todos los que componemos el equipo lo hagamos con el mayor
respeto, con la mayor concentración y con la máxima de las ilusiones… No hay
que hacerlo más ni mejor que nadie… Hay que ser únicos… Ganarnos el puesto
todas y cada una de las chicotás que tengamos el privilegio de estar bajo el
paso.
La mejor forma de demostrar lo
mucho que nos queremos y respetamos todos es hacer las cosas no bien ni muy
bien… Hay que hacerlas perfectas. Trabajar en silencio, obediencia a los mandos
y solidaridad con el esfuerzo del compañero. Dar… Darlo todo en cada momento y
darse a los compañeros. Humildad, hacer nuestro trabajo lo mejor que sepamos y
que sea posible y cuando todo termine… Soñar con que el año que viene, si
Nuestro Señor y su Bendita Madre lo quieren, nos permitan seguir disfrutando de
lo que mas nos gusta.
Aquí no cabe la individualidad. Lo
bueno y lo malo… El éxito o el fracaso… El triunfo o los dolores de espalda… La
alegría por el trabajo bien hecho o las lágrimas por lo pésimamente realizado…
Es de todos. Desde el Capataz hasta el aguador. Desde el primero hasta el último
de los componentes de la cuadrilla.
Que Nuestro Señor y su Bendita
Madre nos bendigan y nos protejan a todos.
Y ahora… AL CIELO CON ÉL. Y AL
CIELO CON ELLA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario