Siempre supe que esta hora llegaría…
Y a qué negarlo… Siempre tuve miedo.
Miedo a lo que pasaría…
Miedo, a lo que decidiría…
Miedo a que, por cobardía,
No enfrentara como un hombre éste momento.
La hora nona siempre llega,
Y el ánimo estremece
Pues tienes la certeza que parece
Que hasta el alma en su presencia se doblega.
Y es que esta hora tan temida,
Camina siempre a nuestro lado.
Te acompaña en cada igualo…
En cada entreno, en la cofradía…
Pues puede aparecer cualquier día…
Rompiéndote la ilusión y la hombría
Dejándote como un guiñapo
Y haciendo que olvides los pasos.
Que ya no valen componendas ni excusas…
Que todo razonamiento es en vano.
Pues ante la verdad desnuda
En que me veo retratado
En el espejo, cruel reflejo… Ya no oculta
Tanto tiempo como ha pasado.
Y a la hora de afeitarme, asomado
Al alfeizar del espejo
Lo que veo, ya no me gusta…
A veces, hasta me tiemblan las manos…
Ya no siento la frescura de antaño.
Y de lo que fui, ya no queda ni el bosquejo.
Continuará…
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