Ahora, que el
invierno me encamina
De manera inexorable al olvido y a la ruina
De lo que una vez fue juventud, tu… Mi gran amor, me
animas
A desgranar los recuerdos, intentando con la rima
Torpe de estos versos,
contar lo que permita
La pobre elocuencia de la simple ortografía…
¿Cómo contar nuestra primera vez, muchacha,,,?
Antes que el cruel olvido, merme mis ya pocas facultades
Y siembre para siempre en mi memoria oscuridad y
dificultades…
Me robe la dignidad, mis recuerdos y las habilidades
Que una vez me regalo la vida, para convertir en palabras
Los sueños locos de un alma para siempre enamorada…
¿Cómo olvidar nuestra primera vez, muchacha…?
¿Como contar al amigo que el corazón desbocado
A punto de reventarme el pecho, pugnaba
Por escapar de mi, sabiendo que iba a tu encuentro…?
¡Como contar lo que vivieron mis sentidos?
¿Como explicar al mundo entero lo que sentí…?
¿Como explicar con palabras lo que viví,
Cuando por vez primera el latido
De mi quimera, me quemó en lo más íntimo
De mis pocos años y que en aquella agonía postrera
Tras un esfuerzo tan desmedido
Que en mi vida jamás conociera…
Me regalaste, quedamente, tu primer gemido…?
¿Cómo olvidar muchacha, nuestra primera noche
arrebatada…?
¿Cómo olvidar mi engañosa valentía y mis miedos?
¿Cómo contar al profano
que me enamore de un simple madero…?
Y que desde aquella fría e invernal madrugada,
Supe que para siempre, te había entregado mi alma…
¿Cómo contar el sentimiento cruel de la espera
Cuando sin poder refugiarte ni en el propio autoengaño,
Hacía falta un verano, un otoño, un invierno… Casi un año
Para poder tenerte y sentirte de nuevo tan cerca?
¿Cómo expresar que el dolor que me infligías
Cada vez que disfrutábamos de un corto y fugaz encuentro,
Y que cada una de las heridas que abrías en mis adentros
Solo eran para mí motivos de alegría…
Que jamás supuso para mi, ni amargura ni dolor ni
sufrimiento…?
Que solo eran un acicate más, para correr como loco de
nuevo a tu encuentro.
Hoy, a esta hora, no he podido olvidarte, muchacha…
Más no sé lo que pasará mañana.
Solo me queda contarte, que si el paso inexorable
De los años y la vida me quitaran algo tan imborrable
Como nuestra primera vez, muchacha…
Creo que no sería pecado pedir a la Providencia
Que pusiera punto y final a esta pobre y dolorosa
existencia.
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