Y sigo muriéndome por
tenerte muchacha…
Por llevarte a cuestas como antes…
Por jugar a sentirme como en casa
Por poder acariciarte hasta ablandarte…
Enfermo de nostalgia por tu ausencia,
Por la fiebre que consume mis recuerdos, loco…
Ahora que ya de noche no te toco
Abrumado por el mundo vacío y sin conciencia.
Y sigo muriéndome por tenerte muchacha…
Por soñarte a cada instante intentando doblegarme,
Intentado, en vana y desigual pelea, quitarme
La ilusión de tantas y lejanas madrugadas.
Qué lejos quedan las ilusiones de aquel tímido muchacho
Que prendido en su sueño enamorado
Tantas tardes, rendido para siempre a tus encantos,
Despierto llegó a soñar con poder amarte hasta el hartazgo.
Que por la dicha de poder amarte locamente
Te abrazaba hasta sangrar por las heridas
Que tú, abrasadora pasión de aquel loco impenitente
Sin asomo de piedad, desdeñosa le infligías.
Y cuando al fin, después de lucha tan desigual y agónica
Al fin te entregabas a mí, por el amor que yo te daba…
Aun así, tan ajena y tan distante te mostrabas…
Sabiendo que por y para siempre serías la única
Que ocuparía aquel rincón de mi alma enamorada.
Mas al llegar la hora de tener que separarnos,
Como llega el ocaso cuando acaba el día…
Triste pero feliz, me marche de tu lado… Porque sabía
Que nadie más en este mundo te amaría
Como yo te había querido...
Como yo te había sentido…
Para siempre tu mejor enamorado.
Perder por tu recuerdo la salud, yo no quisiera
Que nunca se emborracha la memoria
Bordando en pesadillas la ilusoria
Utopía de verte y saber a ciencia cierta
Que nunca más será como antes fuera…
Maldíceme muchacha, porque a la vida
La quiero lejos amarga y dolorosa.
Clavando sus espinas cada rosa
Y con la soledad haciéndose mi amiga.
Maldíceme muchacha ¡Dios te bendiga!
Si no eres tú… Mi loco amor… No quiero otra cosa.
Por llevarte a cuestas como antes…
Por jugar a sentirme como en casa
Por poder acariciarte hasta ablandarte…
Enfermo de nostalgia por tu ausencia,
Por la fiebre que consume mis recuerdos, loco…
Ahora que ya de noche no te toco
Abrumado por el mundo vacío y sin conciencia.
Y sigo muriéndome por tenerte muchacha…
Por soñarte a cada instante intentando doblegarme,
Intentado, en vana y desigual pelea, quitarme
La ilusión de tantas y lejanas madrugadas.
Qué lejos quedan las ilusiones de aquel tímido muchacho
Que prendido en su sueño enamorado
Tantas tardes, rendido para siempre a tus encantos,
Despierto llegó a soñar con poder amarte hasta el hartazgo.
Que por la dicha de poder amarte locamente
Te abrazaba hasta sangrar por las heridas
Que tú, abrasadora pasión de aquel loco impenitente
Sin asomo de piedad, desdeñosa le infligías.
Y cuando al fin, después de lucha tan desigual y agónica
Al fin te entregabas a mí, por el amor que yo te daba…
Aun así, tan ajena y tan distante te mostrabas…
Sabiendo que por y para siempre serías la única
Que ocuparía aquel rincón de mi alma enamorada.
Mas al llegar la hora de tener que separarnos,
Como llega el ocaso cuando acaba el día…
Triste pero feliz, me marche de tu lado… Porque sabía
Que nadie más en este mundo te amaría
Como yo te había querido...
Como yo te había sentido…
Para siempre tu mejor enamorado.
Perder por tu recuerdo la salud, yo no quisiera
Que nunca se emborracha la memoria
Bordando en pesadillas la ilusoria
Utopía de verte y saber a ciencia cierta
Que nunca más será como antes fuera…
Maldíceme muchacha, porque a la vida
La quiero lejos amarga y dolorosa.
Clavando sus espinas cada rosa
Y con la soledad haciéndose mi amiga.
Maldíceme muchacha ¡Dios te bendiga!
Si no eres tú… Mi loco amor… No quiero otra cosa.
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