Que no daría yo hoy,
muchacha…
Porque mañana, al
despuntar el alba
Mi Bendito Soberano,
obrara el milagro
De arrebatar, como por
ensalmo,
Veinte, treinta o cuarenta
años
Del reloj que marca la
fecha en mi calendario…
Y que me aleja de ti de
forma tan descarnada.
Que no daría yo hoy,
muchacha…
Por volver a sentir
aquella pasión desenfrenada
Que a diario, incesantemente
me deslumbraba…
Que sin poder evitarlo,
tanto me torturaba
Y que inevitablemente a
tus brazos me impulsaba…
Que no daría yo, por poseer,
como antaño,
Aquella vitalidad que por
mis venas corría
A borbotones y volver a
sentirte solo mía
En la intimidad, a solas… Tras
el faldón bajo el paso.
Por volver a sentir aquello…
Y como la vida
Se concretaba en amar el
travesaño
Que intentaba rematarme
sin puntilla
Y que yo, loco por ti,
terco y perturbado
Desafiando a lo divino y a
lo humano…
Intentaba en vano,
doblegar cada día,
Que a tu encuentro dirigía
mis pasos alienados…
Que no daría yo hoy,
muchacha…
Porque mañana, al
despuntar el alba
El Soberano Señor de mi
vida, obrara el milagro
De quitar veinte, treinta o
cuarenta años
Del reloj que inexorable,
acerca mi vejez en el calendario…
Pero no, muchacha… No va a
querer mi Soberano.
Mañana, como hace ya quizás
demasiado tiempo,
Volveré a contemplar con
mis propios ojos
Como el puesto que yo
ocupaba… Ahora lo ocupa otro.
Y que mi desventura será
verte y amarte de lejos… Sufriendo
Tu desdén altivo de mujer
joven y plena hacia el viejo,
Que después de tanto amarte,
hoy… Te sigue amando
Más incluso que antes… Por
eso no comprendo
Como sabiendo que nuestro
tiempo ya ha pasado,
Que nuestros fogosos
encuentros, ya tan lejanos
En el tiempo, ya no volverán…
Te sigo amando como te amo.
Y aun reconociendo que fui
tan bienaventurado
Al disfrutar durante un
tiempo, de que tu tambien me amabas,
Que estabas loca por mi…
Que Tambien me deseabas…
Hoy no puedo dejar de
sentirme desdichado
Al comprender que la vida
es corta… Y que el tiempo pasa.
Y que desafortunadamente, nuestro
tiempo ya ha pasado.
Mas tampoco puedo sentirme
decepcionado.
Pues durante un tiempo, se
que fuiste solo mía…
Sé que juntos, tocamos el
cielo… Y que presumías
De tenerme atado a ti como
yo a ti te tenia…
Que tal y como yo ansiaba
estar a tu lado
Tu tambien anhelabas el
momento de encontrarnos
Y fundirnos al fin el uno
con la otra, en tan tierno abrazo…
Como jamás se había visto y
conocido en la vida…
Que no daría yo hoy,
muchacha…
Porque mañana, al
despuntar el alba
el Bendito Soberano Señor
de San Gonzalo,
Obrara el prodigio…
Hiciera por mí el milagro
De quitar de un plumazo
veinte, treinta o cuarenta años
Del cruel reloj que me
acerca mas y mas hacia el ocaso.
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