sábado, 20 de enero de 2018

Que no daría yo hoy, muchacha…

Que no daría yo hoy, muchacha…
Porque mañana, al despuntar el alba
Mi Bendito Soberano, obrara el milagro
De arrebatar, como por ensalmo,
Veinte, treinta o cuarenta años
Del reloj que marca la fecha en mi calendario…
Y que me aleja de ti de forma tan descarnada.

Que no daría yo hoy, muchacha…
Por volver a sentir aquella pasión desenfrenada
Que a diario, incesantemente me deslumbraba…
Que sin poder evitarlo, tanto me torturaba
Y que inevitablemente a tus brazos me impulsaba…

Que no daría yo, por poseer, como antaño,
Aquella vitalidad que por mis venas corría
A borbotones y volver a sentirte solo mía
En la intimidad, a solas… Tras el faldón bajo el paso.
Por volver a sentir aquello… Y como la vida
Se concretaba en amar el travesaño
Que intentaba rematarme sin puntilla
Y que yo, loco por ti, terco y perturbado
Desafiando a lo divino y a lo humano…
Intentaba en vano, doblegar cada día,
Que a tu encuentro dirigía mis pasos alienados…

Que no daría yo hoy, muchacha…
Porque mañana, al despuntar el alba
El Soberano Señor de mi vida, obrara el milagro
De quitar veinte, treinta o cuarenta años
Del reloj que inexorable, acerca mi vejez en el calendario…

Pero no, muchacha… No va a querer mi Soberano.
Mañana, como hace ya quizás demasiado tiempo,
Volveré a contemplar con mis propios ojos
Como el puesto que yo ocupaba… Ahora lo ocupa otro.
Y que mi desventura será verte y amarte de lejos… Sufriendo
Tu desdén altivo de mujer joven y plena hacia el viejo,
Que después de tanto amarte, hoy… Te sigue amando
Más incluso que antes… Por eso no comprendo
Como sabiendo que nuestro tiempo ya ha pasado,
Que nuestros fogosos encuentros, ya tan lejanos
En el tiempo, ya no volverán… Te sigo amando como te amo.
Y aun reconociendo que fui tan bienaventurado
Al disfrutar durante un tiempo, de que tu tambien me amabas,
Que estabas loca por mi… Que Tambien me deseabas…
Hoy no puedo dejar de sentirme desdichado
Al comprender que la vida es corta… Y que el tiempo pasa.
Y que desafortunadamente, nuestro tiempo ya ha pasado.

Mas tampoco puedo sentirme decepcionado.
Pues durante un tiempo, se que fuiste solo mía…
Sé que juntos, tocamos el cielo… Y que presumías
De tenerme atado a ti como yo a ti te tenia…
Que tal y como yo ansiaba estar a tu lado
Tu tambien anhelabas el momento de encontrarnos
Y fundirnos al fin el uno con la otra, en tan tierno abrazo…
Como jamás se había visto y conocido en la vida…

Que no daría yo hoy, muchacha…
Porque mañana, al despuntar el alba
el Bendito Soberano Señor de San Gonzalo,
Obrara el prodigio… Hiciera por mí el milagro
De quitar de un plumazo veinte, treinta o cuarenta años

Del cruel reloj que me acerca mas y mas hacia el ocaso.

No hay comentarios: