sábado, 23 de marzo de 2013

Ya si que si... Compadre de mi alma...




Compadre de mi alma...

Como ayer... Como hoy... Como siempre... Cuando el Domingo de Ramos, de mañana, como a nosotros nos gusta... yo sepa que tú estarás velando tus armas... Como yo estaré velando la mías... te seguiré echando tanto de menos como te sigo añorando bajo el paso... Si da igual compadre... Y tú lo sabes... Que más dará que ya peinemos tantas canas... Si aun tenemos el corazón lleno de ilusión, de casta y de ganas... Sólo le pido a nuestro Señor, Ése que instaura la Eucaristía o va en Silencio despreciado... O que humilde camina solo por Almirante Topete o en abrumador e inmenso alarde, se lleva todo el Lunes Santo con el izquierdo de Juan Vizcaya por delante...

O que a primeras horas de la tarde va dormido por la calle ancha la feria o que en las primeras horas de la noche es abofeteado por Cardenal Spinola... O que, triunfante Padre de todos se pasea por Orfila entre sueños de viejos amigos capataces y costaleros...

O Ése que el mejor Jueves del año, nos viene de los Remedios entre azotes y romanos... O la bendita Madre Inmaculada que tantas madrugadas nos mostró el camino... O las tres cruces clavadas en nuestros jóvenes corazones ya casi marchitos a fuerza de bofetadas, tropiezos y llantos...

O nuestro Bendito Cristo de la Providencia, que dormido... Avanza entre sones de tragedia...

Pues bien compadre, a Ellos dos les pido con todo mi corazón, seguir siendo digno de ser su cirineo... Y que cuando Ellos lo decidan, me hagan ver claro que ya paso nuestro tiempo y que mejor que desde fuera, lo veamos y acompañemos... Y a ti, compadre de mi alma, solo darte las gracias y que ojala, como antaño, puedas seguir sintiéndote orgulloso de mí, si me ves de costalero... Y para terminar, BENDITA SEA LA MADRE QUE LE PARIÓ A USTED.

viernes, 22 de marzo de 2013

Viernes de Dolores de 2013





Parece que es la hora…
Y es la hora.


Ya se acabaron las dudas, las incertidumbres, los entrenamientos, las noches de frío, las armás, los retranqueos y los cuentos.
Ha llegado la hora de la verdad. La hora de los hombres buenos.
Si, compañeros. La de los hombres buenos que tienen en sus manos el testigo que, durante un corto espacio de tiempo, hemos tenido la fortuna de que caiga en nuestro poder. Durante éste tiempo, tenemos la enorme responsabilidad de hacer que no se olvide el pasado y de sembrar lo mejor de nosotros mismos para el futuro… Muchos hombres buenos, fuera ya de esta bendita aficción, sentirán un nudo en la garganta cuando pasemos por su lado y muchos niños y algunos ya no tan niños, nos miraran con admiración y envidia cuando pasemos junto a ellos.
Ha llegado el momento de ser y ejercer de COSTALEROS. Porque debemos serlo y además parecerlo.
Ahora es el momento de recordar que, el sitio que desde ésta noche hasta el Domingo de Resurrección vamos a ocupar, no es de nuestra propiedad. Muchos hombres buenos se dejaron, antes que nosotros, las espaldas bajo ese trozo de cielo que nos cobijará durante unas horas y que nos hará sentirnos en la gloria… Justo donde queremos, con quien queremos, junto a los nuestros y… Bajo Él o bajo Ella.
Todo lo que consigamos será porque entre todos los que componemos el equipo lo hagamos con el mayor respeto, con la mayor concentración y con la máxima de las ilusiones… No hay que hacerlo más ni mejor que nadie… Hay que ser únicos… Ganarnos el puesto todas y cada una de las chicotás que tengamos el privilegio de estar bajo el paso.
La mejor forma de demostrar lo mucho que nos queremos y respetamos todos es hacer las cosas no bien ni muy bien… Hay que hacerlas perfectas. Trabajar en silencio, obediencia a los mandos y solidaridad con el esfuerzo del compañero. Dar… Darlo todo en cada momento y darse a los compañeros. Humildad, hacer nuestro trabajo lo mejor que sepamos y que sea posible y cuando todo termine… Soñar con que el año que viene, si Nuestro Señor y su Bendita Madre lo quieren, nos permitan seguir disfrutando de lo que mas nos gusta.
Aquí no cabe la individualidad. Lo bueno y lo malo… El éxito o el fracaso… El triunfo o los dolores de espalda… La alegría por el trabajo bien hecho o las lágrimas por lo pésimamente realizado… Es de todos. Desde el Capataz hasta el aguador. Desde el primero hasta el último de los componentes de la cuadrilla.
Que Nuestro Señor y su Bendita Madre nos bendigan y nos protejan a todos.
Y ahora… AL CIELO CON ÉL. Y AL CIELO CON ELLA.

El martes hará 11 años...

Buen reportaje de los setenta...

Asi eran las cosas... Y así se las contaban a la gente.
No perderselo...
Sencillamente genial.
Por cierto, Para aquel incrédulo que lo ponga en duda se ve a la Stma. Virgen de la Salud saliendo a tierra, no de rodillas...
Con dos cojones...



Y ahora nos dan leña...

En 1948... Sevilla eterna...

Pues eso...
Hay que verlo entero. Los Caballos por los palcos... Los Negritos... Jueves Santo de 1948.
En fín...



lunes, 4 de marzo de 2013

De obligadisima lectura... El evangelio, vamos.





“¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano

Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes
buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando
sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda
de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en
los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y
una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa
actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para

hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas
allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo
quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus
hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada,
no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y
me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que
convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de
trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a
una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de
jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.
Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como
algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en
condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas
cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado
más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y
ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos
lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos,
disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos
de familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron
casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la
mayoría de los españoles.
Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte
del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar
de ser honrado.
La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo
en armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:
1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la
cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el
trabajo en algo a evitar.
2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están
tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero
nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión
de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de
hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La
generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del
gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la
exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de
“papá dame”.
Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en
gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata
de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer
hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y
qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia
sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene
matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece
de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble.
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un
“enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan
tanto, como ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.
- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos
ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día
pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.
Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega
infraestructuras que producían mega comisiones para todos los
involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los
padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por
plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que
llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A
propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que no
pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es
imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el
vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la
sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post).
Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser
nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye
una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de
reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y
esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras,
de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que
la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se
podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la
abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo
llamaban así) no debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación
que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de
arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que
sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a
nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos
endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad
que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de
imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos
encontrar maestros en casa.

Fernando Sánchez Salinero en la Casa del Libro