sábado, 28 de enero de 2017

Y del abismo de mis miedos, siempre me arrebatas...



Desconcertado por mis íntimos arcanos
Con los que a diario convivo y muero
Poco a poco, al fin comprendo
La profunda desventura en que me encuentro…
Entre dudas, insomnio, dolores y lamentos,
Viendo el día de mi curación más alejado…
Después de tanto y tanto sufrimiento…
Tras padecer estos meses de calvario
Caer en el pozo insondable de la duda… Y temerario,
Cuestionar hasta el convencimiento más primario…
Después de creer haber perdido hasta la paciencia…
Tras cometer hasta alguna que otra imprudencia…
Luego de vencer la incertidumbre malsana
En la que a día de hoy se encuentra sumida mi alma…
Que cansado por el dolor que me acosa diariamente…
Angustiado por la duda omnipresente
Que hasta nubla el entendimiento y te engaña…
Cuando el recelo y el espanto te corroen las entrañas…
Me refugio al fin en Tu Bendita sombra revelada
Que a mis ojos, inevitablemente
Y de la forma más inesperada
Como ayer… Como hoy… Como siempre
Del abismo de mis miedos me arrebata.
Y que olvidando todos mis temores,
la angustia permanente en que me encuentro y los dolores…
Sumergido en la dulzura de Tu profunda mirada
Vuelves mis recelos desmedidos en confianza,
Haciendo que desaparezcan los errores
En los que tan a menudo, cae mi alma atormentada.
Por esto, nuevamente doy las gracias
A la vida, al destino… Al bendito azar que me llevó
Aquella tarde de Noviembre hasta tu casa…
Pues desde aquel bienaventurado día, mi corazón
Para siempre se colmó de amaneceres y Esperanza.
Gracias Bendito Cristo de mis sueños
Por mostrarme a diario mi camino.
Por ser mi único y mayor consuelo…
Por enseñarme a corregir mis desatinos…
Por cuidar de este pobre viejo
Que acude a Ti en busca de aliento.
Y velar de forma permanente por los míos...
Por proteger a mi familia y mis amigos
Y al fin, rescatarme del averno de mis miedos.
Mil veces gracias. Bendito Cristo de mis sueños.

Pero tu joven aprendiz de amante, envejeció...



Hoy te vuelvo a desear, muchacha…
Hoy de nuevo, anhelo tu dulce abrazo.
Quiero sentirme otra vez en tu regazo
Como en tantas noches ya casi olvidadas.
Necesito sentir otra vez el zarpazo
Del deseo en lo más profundo del alma
De este pobre viejo que tanto te ama.
Que daría yo por sentir de nuevo
Aquel profundo y tenaz desasosiego
Cuando por la calle López de Gomara
Entre prisas juveniles, mi pasión desenfrenada
Hacía correr por mis venas el agridulce veneno
Que a tu deleitoso encuentro me acercaba.
Por volver a presentirte enamorada…
Por volver a soñar que tu tambien me deseabas …
Por soñarte feliz y gozosa en nuestro encuentro
Por poder llegar a poseerte por entero…
Por fundirme contigo en un abrazo eterno…
Ansiando como loco el momento
En que nuestras almas se encontraran.
Y llegaba el momento…
Y mis sueños se cumplían.
Y podía ser tuyo de nuevo…
Y tu podías ser otra vez tan solo mía…
Y despacio… como un río se va al mar, el tiempo pasó.
Y yo te entregue mi cuerpo, mi alma… Mi vida y todo mi amor.
Y tú, altiva y esquiva muchacha… Me diste calor...
Pasión arrebatada, felicidad insensata… Y el dulce dolor
Que para siempre me llevo en lo más profundo del corazón.
Pero tu joven aprendiz de amante, envejeció.
Y aunque el tiempo de nuestros encuentros ya se marchó…
A pesar de que ahora, solo y de lejos, apenas consigo verte…
Solo el cielo sabe lo que daría yo por volver a tenerte.
Aunque solo fuera por una postrera vez, nuevamente
Bendita muchacha que me diste tanta vida, tantas veces…
Y que con tu ausencia me estás dando tanta y tanta muerte.

Y apareces de nuevo, muchacha…



Cuando la noche, fría y oscura
De este Enero, empeñado
En volver a evocar de mi lejana juventud, la locura…
Que convierte toda la magia del pasado
En tantas vivencias y recuerdos gratos…
Y el presente en amargura…
Cuando la mañana vence al sueño
Y el sopor del viejo ensueño
Deja atrás la quimera, dando paso a la cordura…
Entregándote de nuevo a la verdad más cruda.
Te insinúas en el fondo de mi anhelo
Permanente y apareces de nuevo, muchacha…
Aquella que me enamoró en la madrugada
De una vida que apenas comenzaba
Y que preñó para siempre el alma
De este pobre infeliz que te idolatra.
Y te acercas a mi lado y susurras quedamente
Sinfonías de pretéritos sentimientos
Que adormecidas por el tiempo,
La distancia y la vejez que entorpece
La visión y hasta el sentido más renuente,
Llevándome de nuevo al rincón del desaliento…
Y así, entre las tablas de aquella vieja
Parihuela, henchida de jirones
De ensueños que despiertan
Como sombras del pasado
Donde quedaron tantos viejos amores
Hoy de nuevo he recordado
A tantos y tantos buenos hombres
Que en aquella juventud incierta
Pasaron tan buenos y malos ratos
Tantas noches de gloria y tan amargos sinsabores…
Y como vuelves a mí, te iras de nuevo Muchacha…
Dejando en mi boca el regusto amargo
De tenerte de nuevo a mi lado
Y que en lo mejor de mi ensueño te marchas…
Dejando a este pobre viejo
Solo… Y a solas con sus recuerdos.
Bendita mil veces… Y amada muchacha
que cuando menos lo espero
tras cualquier esquina de mis deseos
de la nada, apareces trayendo el amor y la paz a mi alma.