miércoles, 27 de julio de 2022


 

I

 

Tras la convulsión y el íntimo estremecimiento… Tras esta brutal sacudida que sin querer y sin deber, nos ha vuelto a deparar ésta a veces tan ingrata vida, tras la consternación que el cúmulo de estas tristísimas vivencias sobrevenidas ha producido en mí, he llegado a percibir que casi me siento y me encuentro obligado a sacar, todo lo que tengo guardado en este arcano y remoto rincón del más íntimo cajón de mi alma y mi memoria, para hacer honor a cuantos han contribuido a que mi hermandad de San Gonzalo, mi cofradía, y mi cuadrilla de costaleros de nuestro Padre Jesús en Su Soberano Poder ante Caifás y de nuestra Madre, La Santísima Virgen de la Salud coronada, llegue hasta nuestros días tal y como es…

No siempre fue como ahora la conocemos… Para llegar hasta aquí, hicieron falta mucho trabajo, mucho esfuerzo, muchas lágrimas y muchos malos ratos… También los hubo buenos… Algunos, hasta muy buenos. Hicieron falta muchas personas comprometidas con este gran reto que fue traer este barco a buen puerto… Fueron también muchos los que desgraciadamente, se quedaron en el camino. Muchos también, partieron a la casa del Padre y allí nos esperan para poder volver a fundirnos en ese abrazo apretao tan de San Gonzalo… San Gonzalo, mi hermandad… Mi verdad y casi cincuenta años de mi vida…

Es por esto que he llegado a la conclusión de poner negro sobre blanco mis vivencias para que, antes de que el cruel invierno haga aún más presa en mis ya pocas y mermadas facultades y que, el implacable paso de los años se lleve entre la bruma todos los recuerdos que atesoro, me apresuro a intentar transmitir esta historia… Mi historia y mi verdad… La historia desde que llegué al almacén de la Hermandad de San Gonzalo, allá por una fría y desapacible noche de 1975…

 

Cuan terca y persistente llega a ser la memoria. Tanto o más que las ganas de olvidar tanto lo malo, como a veces, hasta lo bueno que nos haya podido suceder en el pasado… En un pasado tan lejano que pareciera confundirse con la ensoñación y con la quimera… Es probable que algunos episodios de los que estoy dispuesto a relatar, pudieran parecer a día de hoy hasta irreales. Es hasta posible que a muchos les puedan parecer hasta mentira… Pero son mis recuerdos. Recuerdos de un tiempo tan lejano ya, que muchos de los que vayan a leer estas pobres líneas, aun no estaban ni por nacer siquiera… Pues hasta sus padres no se habían conocido. Son casi cincuenta años… Medio siglo de mi vida y de la de casi todos los que serán nombrados en este relato.

Sólo le pido a mi Señor del Soberano Poder que guíe mi mano, para exponer las cosas tal y como fueron… Y a mi Bendita Madre de la Salud que ayude a no desfallecer en mi intento.

El que a bien quiera seguir este relato… Que lo siga.

 

martes, 26 de julio de 2022

 


Recuerdos y más recuerdos...

El Adviento. Tiempo para la intima oración.

Tiempo de espera vigilante y profunda reflexión.

Tiempos que vuelven… Días de Esperanza y de vigilia,

De arrepentimiento… De perdón y de alegría.

De prisa pasaran estos días antaño felices, días

Que desembocaban en torrente de ilusiones,

En aquel tiempo tan lejano rebosante de emociones

Infantiles, grabados a fuego en el libro de nuestras vidas.

Pero aquel niño al crecer, aunque disfrutaba

Emocionado de esos días, preludio de vacaciones

Escolares,  tardes de brasero y alegres canciones

Perdidas en aquel ayer… Y ya casi olvidadas…

Deseaba íntimamente que llegase esta semana…

Los cortos días del Adviento cuando  comenzaban

En mi interior las nervioseras y la gozosa espera.

De lo que estando por venir y no menos deseado

Hacía que por estas fechas, inevitablemente cada año…

En invierno, todo para aquel muchacho, se convirtiera

En la mas radiante, jubilosa y feliz de las primaveras…

Los días en que con ese intimo y viejo amigo

Volvías nuevamente a recorrer el camino

Que tantas veces antes, habías recorrido…

Ese camino que te llevaba al mismo sitio

Donde el reencuentro con tu capataz y tus amigos,

Hacía renacer la ilusión de aquellos niños

Que ya siendo hombres, daban lo mejor de sí mismos

Para seguir con una bendita tradición de siglos.

Cada año, en estos días comenzaba

La cuenta atrás, que irremediablemente me llevaba

Al camino ineludible de mis citas más deseadas...

Todo en mi existencia se transformaba

Con el solo pensamiento de lo que al fin llegaba

En tornado de ilusiones desbordadas…

Ese Domingo que de ramos y palmas estalla…

Reuniones… Pescaitos… La primera  Igualá…

Noches de entrenamientos, amigos, copas y tertulias… La mudá.

Tres meses que pasaban volando para que al final

Llegara el día más deseado… El día en que el costal

Se convertía en tu inseparable compañero…

El día de volver a vivir el momento

De poder disfrutar el privilegio de ser y sentir en costalero…

El día de dejar de soñar y volver a revivir el viejo anhelo...

Y poder pasearlos por la calle de nuevo

Como tantos buenos hombres antes lo hicieron.

Así lo vivía yo… Por eso así lo cuento.

Qué pena que ya solo pueda vivirlo en mis sueños…

 


Los renglones torcidos... Él es el único que escribe derecho con los renglones torcidos... Todos los que tuvimos la gran suerte y el privilegio de compartir momentos y vivencias con Miguel Angel desde ayer, estamos rotos... Rotos por dentro y por fuera. Pero siempre tenemos el consuelo de que más pronto o mas tarde, nos encontraremos con el junto a nuestro Señor y Su bendita Madre. Creo firmemente que ya goza para siempre de Aquel al que tanto quiso y paseó por las calles de nuestra Sevilla y nuestra Triana... Dejas un enorme vacío imposible de rellenar en nuestras almas Miguel Angel. Y como te dije ayer, ve preparando las cosas en esa parihuela eterna de la nube 14, para que cuando quiera el Señor llamarnos, podamos al fin reunirnos todos en ese izquierdo eterno que todos deseamos. Cuida desde el cielo de las que tanto amabas y de todos cuantos te quisimos... Hasta siempre hermano, descansa en paz. El más fraternal de mis abrazos para tu familia y para todos.

 


Tanto que agradecerte de nuevo, bendito Señor

Que todo lo puedes… Tantas cosas por pedirte…

Y tanto que agradecer a tantos, que bendecirte

No me basta… Que entregarte alma, vida y corazón

No me es suficiente… Que podría hacer o darte yo

Bendito Cristo de mis sueños… Como resarcirte

Tanto Amor como, sin merecerlo, quizás al peor

De tus hijos, le has dado.  Por esto, venerado Señor

Y dueño de mi vida, hoy quiero repartir Amor…

Que mejor regalo, a mi bendito Dios del Amor

Que en un día tan señalado, abrir el corazón

De par en par y desear a mis hermanos lo mejor…

Paz, trabajo, felicidad… Esperanza . Y como no,

Aunque me repita, esta antigua oración.

Ya que hoy por querer, quisiera

Que nuestro Señor me bendijera

Y Su Bendita Madre me concediera

Hacer realidad esta infantil quimera…

Solo te pido cuatro deseos, Señor…

El Primero, poder tener unos brazos

Tan fuertes, tan grandes y largos…

Que a ser posible, Señor

Fundiera en el mejor de mis abrazos

A todos y todas a los que tu Amor…

Eterno y Bendito Amor

Sin medida ni reparos

A lo largo de mi vida me obsequió,

Haciéndome quizá el mejor de los regalos.

Y también, ¿por qué no…?

A todos y a todas a los que no

He sabido encontrar el momento de amarlos…

El segundo deseo, Señor…

Tener grandes y fuertes manos.

Grandes y fuertes para hacer el mejor reparto…

Repartir Paz, Esperanza y cariño a mis hermanos,

Todo lo que de bueno albergue mi corazón

Para los que he amado,

Hoy amo, o amaré en un futuro lejano…

Y también, ¿por qué no…?

A todos y a todas a los que no

Me he sentido capaz de poder amarlos.

Y si pudiera ser que pudiera

El tercero, Señor…

Que Tu que todo lo puedes, me concedieras

La oportunidad de regalar de mí, lo mejor.

Mi mejor sonrisa, mi desmedida pasión…

Mis ánimos, mi mejor aliento… Y que sirviera

Para aliviar el llanto, la pena y el dolor

Que anida en el fondo del alma ajena.

Y de aquellos a cuantos quise, a los que querer quisiera

Y de aquellos por los hoy siento el mejor amor…

Y también, ¿por qué no…?

A todos y a todas a los que pudiendo haberlo hecho,

No haya sido capaz de conseguir dar aliento o consuelo.

Y el cuarto, Señor…

Hasta que mi alma y mi cuerpo encuentren descanso,

Poder pedir perdón a todos a cuantos

Sin desearlo, Ofendí, molesté, o hice algún daño

A lo largo de mi vida, en tantos y tantos años…

De la misma manera que yo perdono a cuantos

A mí me lo hicieron, me lo harán… O me lo hacen hogaño.

Y también, ¿por qué no…?

A todos y a todas a los que a pesar de intentarlo

No fui capaz de devolver más amor

Tras, después de alguna falta, haber sido perdonado.

Que nuestro Señor y Su Bendita Madre, bendigan cada uno de nuestros hogares y nuestras vidas siempre…

Mis mayores y mejores deseos de paz, amor y felicidad para todos.

 


¿Como olvidar nuestra primera vez,  muchacha?

Ahora,  que el invierno me encamina

De manera inexorable al olvido y a la ruina

De lo que una vez fue juventud, tu… Mi gran amor, me animas

A desgranar los recuerdos, intentando con la rima

Torpe de estos versos,  contar lo que permita

La pobre elocuencia de la simple ortografía…

¿Cómo contar nuestra primera vez, muchacha,,,?

Antes que el cruel olvido,  merme mis ya pocas facultades

Y siembre para siempre en mi memoria oscuridad y dificultades…

Me robe la dignidad, mis recuerdos y las habilidades

Que una vez me regalo la vida, para convertir en palabras

Los sueños locos de un alma para siempre enamorada…

¿Cómo olvidar nuestra primera vez, muchacha…?

¿Como contar al amigo que el corazón desbocado

A punto de reventarme el pecho, pugnaba

Por escapar de mi, sabiendo que iba a tu encuentro…?

¡Como contar lo que vivieron mis sentidos?

¿Como explicar al mundo entero lo que sentí…?

¿Como explicar con palabras lo que viví,

Cuando por vez primera el latido

De mi quimera, me quemó en lo más íntimo

De mis pocos años y que en aquella agonía postrera

Tras un esfuerzo tan desmedido

Que en mi vida jamás conociera…

Me regalaste, quedamente, tu primer gemido…?

¿Cómo olvidar muchacha, nuestra primera noche arrebatada…?

¿Cómo olvidar mi engañosa valentía y mis miedos?

¿Cómo contar al profano  que me enamore de un simple madero…?

Y que desde aquella fría e invernal madrugada,

Supe que para siempre, te había entregado mi alma…

¿Cómo contar el sentimiento cruel de la espera

Cuando sin poder refugiarte ni en el propio autoengaño,

Hacía falta un verano, un otoño, un invierno…  Casi un año

Para poder tenerte y sentirte de nuevo tan cerca?

¿Cómo expresar que el dolor que me infligías

Cada vez que disfrutábamos de un corto y fugaz encuentro,

Y que cada una de las heridas que abrías en mis adentros

Solo eran para mí motivos de alegría…

Que jamás supuso para mi, ni amargura ni dolor ni sufrimiento…?

Que solo eran un acicate más, para correr como loco de nuevo a tu encuentro.

Hoy, a esta hora, no he podido olvidarte, muchacha…

Más no sé lo que pasará mañana.

Solo me queda contarte, que si el paso inexorable

De los años y la vida me quitaran algo tan imborrable

Como nuestra primera vez, muchacha…

Creo que no sería pecado pedir a la Providencia

Que pusiera punto y final a esta pobre y dolorosa existencia.

 


Porque apareces cuando más te necesito.,

tras tropezar en las piedras del camino

que conforman el lento transitar de mi destino…

Por confortarme cuando bien o mal, decido.

Por estar a mi lado cuando me levanto tras haber caído.

Por poner tranquilidad en momentos de zozobra

Y por ser el ultimo asidero cuando mi alma se ahoga.

Por esto y por aquello… Son tantas las cosas

Que podría volver a gritar al viento… Tantas y tantas rosas

Sin espinas las que me devuelves, cuando en contra

De lo que merezco, con tu serenidad  y con  tu alma virtuosas

Traes la paz a mi alma, apartándola  de la senda tortuosa,

En que la vida nuevamente y de forma tendenciosa,

Volvió a enquistar de manera y suerte tan odiosas.

Porque estabas a mi lado, cuando mi amargura

Y mi dolor eran tan altos, que el dintel de la puerta de la casa

De donde salí llorando, apenas llegaba a mi cintura…

Cuando era mi dolor tan grande, que no hallaba esperanza

Entre tanto desconsuelo y agonía, que en llamaradas…

Convertía mi infinita pesadumbre en cruel tortura…

Porque has estado a mi lado siempre y en todo lugar,

Porque de un modo u otro, conseguiste perdonar

Las muchas faltas que siempre sin querer,

Tantas y tantas veces, siendo ingrato, te prodigué…

Porque sin pedirme nunca  nada

A cambio, me lo has dado todo.

Porque llegara como llegara a casa,

Tan solo con mirarme a los ojos

Sabias encontrar el gesto o la palabra

Que llevase la paz a mi alma.

Porque durante tantos y tantos años

Desde el mes de Enero hasta Marzo,

Nunca me dijiste nada en contra

Cuando me iba a ensayar y te dejaba sola…

Por tantas y tantas cosas que se quedan en el tintero…

Por tanto como te he de pagar, que no encuentro

Ni la manera ni el modo de poder devolverlo…

Por regalarme a mis hijas, por decirme te quiero…

Por preocuparte cuando es tarde y no llego…

Por hacer de enfermera cuando estoy enfermo…

Por hacerme tan feliz… Por dejarme ser costalero.

Hoy quiero decirte Asunción que te quiero…

Que te quiero y que te quiero… Sensi te quiero.

Y que bendigo el día en que nuestro

Soberano Señor de San Gonzalo,

La tarde de aquel catorce  de Febrero

De hace hoy ya  cuarenta y tres años…

Cruzó nuestras vidas y unió nuestros sueños…

Feliz aniversario mi amor. Te quiero.

 


Hoy y todos los días... Siempre mis abuelos...

Aunque no puedas creerme, amigo

Que ahora lees mis pobres letras,

Llevo tanto tiempo, días, semanas enteras

Intentado sacar, del tierno abrigo

Que el recuerdo emocionado nunca altera,

Este sentimiento que mi poca paz perpetra.

Porque quiero hablarte de los recuerdos

De aquella infancia, tanto tiempo adormecida

En la que como niño, que esbozaba apenas vida,

Sueños, amores por venir y primaveras florecidas

Vivía tan rotundamente feliz y en paz junto a sus abuelos…

Dolores, Teresa, Pepa, Emilio y Antonio … Eran aquellos

Los nombres que llenan de felicidad mis recuerdos.

Los que en tiempo de tanta miseria y carestías,

Suplían con amores, el devenir de nuestras cortas vidas.

Ellos, eran la alegría al recogerte a la puerta del colegio,

Cuando tus padres, por trabajar, no podían hacerlo.

Y eran el paseo, la merienda, el pan con aceite, el mayor privilegio…

O aquel vaso de leche calentita, que hacia olvidar el invierno.

Ellos eran el tan ansiado regalo de reyes y el aguinaldo.

Los que cuando llorabas… Te daban aquel abrazo

Que llenaba tu pequeño corazón de ternura y consuelo

Tras llegar a veces a su casa corriendo sin resuello

Después de aquella pedrada o aquel batacazo.

Los que las largas noches de invierno, se dedicaban

A ayudarte con los deberes, a preparar los pijamas

Que calentaban en el brasero de cisco que había en la casa.

A prepararte la cena, a enseñarte la oración y que rezaba

Contigo… Cuando derrotado de sueño, al fin te acostabas.

Los que a base de un amor que atesoraban

Sin quizás saberlo… El que no pudieron regalar

A sus hijos por falta de oportunidad o de tiempo…

Nos regalaron su mayor tesoro, nos dieron sus besos

Que ahora que yo soy mayor, tanto valoro y deseo.

Los que poco a poco, con el paso de los años

Uno tras otro, se fueron marchando de nuestro lado…

Dejando un vacío tan grande, que nunca pudimos llenarlo.

Dejándonos tanto amor, que solo nos queda recordarlos

Como lo mejor que en la infancia tuvimos y disfrutamos.

Por eso hoy quiero hacer este merecido homenaje

A esas personas que significaron tanto en mi vida.

Que tanto bien hicieron por mi  y que en la lejanía

Del emocionado recuerdo, donde tanto amor aun palpita…

Ahora que el paso de tiempo y la vejez, como veloz carruaje,

Me acerca poco a poco al abismo insondable del olvido…

Antes de que mi memoria se apague y no consiga acordarme

De mis queridos, añorados y nunca bien ponderados abuelos,

Quiero que el mundo sepa sepa que si… Que al menos

Mientras yo viva y sea capaz de atesorar recuerdos,

Siempre, en el fondo de mi corazón permanecerá

Aquella diminuta llama, que ellos, sin quizá pretenderlo

Prendieron en mi corazón de niño y que el tiempo dirá

Si supe transmitir a mis amigos, a mis hijos o a mis nietos…

Y que los quise con locura… Y que los sigo queriendo

Tanto y tanto como los sigo echando de menos.

Hasta luego y hasta siempre… Mis queridos abuelos.

 


Que no daría yo hoy, muchacha…

Porque mañana, al despuntar el alba

Mi Bendito Soberano, obrara el milagro

De arrebatar, como por ensalmo,

Veinte, treinta o cuarenta años

Del reloj que marca la fecha en mi calendario…

Y que me aleja de ti de forma tan descarnada.

Que no daría yo hoy, muchacha…

Por volver a sentir aquella pasión desenfrenada

Que a diario, incesantemente me deslumbraba…

Que sin poder evitarlo, tanto me torturaba

Y que inevitablemente a tus brazos me impulsaba…

Que no daría yo, por poseer, como antaño,

Aquella vitalidad que por mis venas corría

A borbotones y volver a sentirte solo mía

En la intimidad, a solas… Tras el faldón bajo el paso.

Por volver a sentir aquello… Y como la vida

Se concretaba en amar el travesaño

Que intentaba rematarme sin puntilla

Y que yo, loco por ti, terco y perturbado

Desafiando a lo divino y a lo humano…

Intentaba en vano, doblegar cada día,

Que a tu encuentro dirigía mis pasos alienados…

Que no daría yo hoy, muchacha…

Porque mañana, al despuntar el alba

El Soberano Señor de mi vida, obrara el milagro

De quitar veinte, treinta o cuarenta años

Del reloj que inexorable, acerca mi vejez en el calendario…

Pero no, muchacha… No va a querer mi Soberano.

Mañana, como hace ya quizás demasiado tiempo,

Volveré a contemplar con mis propios ojos

Como el puesto que yo ocupaba… Ahora lo ocupa otro.

Y que mi desventura será verte y amarte de lejos… Sufriendo

Tu desdén altivo de mujer joven y plena hacia el viejo,

Que después de tanto amarte, hoy… Te sigue amando

Más incluso que antes… Por eso no comprendo

Como sabiendo que nuestro tiempo ya ha pasado,

Que nuestros fogosos encuentros, ya tan lejanos

En el tiempo, ya no volverán… Te sigo amando como te amo.

Y aun reconociendo que fui tan bienaventurado

Al disfrutar durante un tiempo, de que tu tambien me amabas,

Que estabas loca por mi… Que Tambien me deseabas…

Hoy no puedo dejar de sentirme desdichado

Al comprender que la vida es corta… Y que el tiempo pasa.

Y que desafortunadamente, nuestro tiempo ya ha pasado.

Mas tampoco puedo sentirme decepcionado.

Pues durante un tiempo, se que fuiste solo mía…

Sé que juntos, tocamos el cielo… Y que presumías

De tenerme atado a ti como yo a ti te tenia…

Que tal y como yo ansiaba estar a tu lado

Tu tambien anhelabas el momento de encontrarnos

Y fundirnos al fin el uno con la otra, en tan tierno abrazo…

Como jamás se había visto y conocido en la vida…

Que no daría yo hoy, muchacha…

Porque mañana, al despuntar el alba

el Bendito Soberano Señor de San Gonzalo,

Obrara el prodigio… Hiciera por mí el milagro

De quitar de un plumazo veinte, treinta o cuarenta años

Del cruel reloj que me acerca mas y mas hacia el ocaso.

 


Otra semana más Señor… Otra semana.

El tiempo vuela y la vida se me escapa…

De viernes a viernes, a veces no me basta

El tiempo que transcurre para darte las gracias.

Bendito Cristo mío. ¿Qué más da el nombre 

Con que mi inextinguible ensoñación te invoque?

¿Qué puedo hacer para que tu recuerdo no provoque

Ese escalofrío que, al evocarte recorre mi espalda

Haciendo que mi alma entera, mis anhelos e ilusiones,

Se vuelvan a colmar de paz, de consuelo y de esperanza?

Si, bendito Cristo mío… De la noche a la mañana

No encuentro mejor remedio a mis males,

Ni mejor socorro ni refugio donde hallarme,

Ni mejor amparo ni auxilio al que aferrarme

Que encomendarme a Ti y a Tus divinas enseñanzas…

¿Qué más da que, despojado de bienes terrenales

Seas mi fe que, en Tu victoria y a lomos de un borriquillo

Bajes triunfante la rampa de nuestros mejores augurios?

O que, entre penas, humildad, desprecio y silencio,

Nos regales la Eucaristía para mostrarnos Tu reino

O que, por querer tanto a Tus hijos, de la cruz cuelgues inerte

Muerto por Amor, sin merecer tan mala o buena muerte…

Qué más da Señor, que por dos veces cautivo y abandonado

Por todos, o que entre penas infinitas y por la Caridad

Que debería regir nuestras vidas, al sepulcro te llevemos,

O que al ver como expiras en el calvario, en medio de la oscuridad

Todo Tu sacrificio no sea bastante para que acallemos

Las malas conciencias de los que a diario te ofendemos…

O que, en tu Soberano Poder, nos redimas del peor de los pecados

Y por la cruz verdadera y la sangre y el agua de Tu costado

Seamos al fin dignos de Ti y proclamarnos cristianos…

Que más dará Señor como quiera o pueda llamarte

Si sé que, si no eres Tú el que da la Salud para este viaje,

De poco o nada me valdrá en el azar confiarme…

Por eso cuando intento nombrarte en mi oración,

Me da igual el nombre con el que nombrarte Señor…

Solo espero de tu compasión, que puedas perdonarme

Por tan poco como a diario te ofrezco tras tanto regalarme…

Gracias bendito Señor… Gracias por escucharme…

 


A propósito de una grata conversación

Que mantuve el día de ayer con mi hermano

Emilio en la que como siempre, recordamos

Viejos tiempos, años pasados plenos de emoción,

Vivencias compartidas… Todo el anecdotario,

Las pocas risas… Y los muchos quebrantos

Que en aquellos más que duros y difíciles años,

Inopinadamente, pasamos bajo los pasos…

Llegamos poco a poco, a través de nuestro dialogo

A la conclusión de que quizás, estemos siendo ingratos.

Ingratos, si. Ingratos con nuestros jóvenes hermanos.

Esos hombres que hoy sienten y viven el privilegio

De continuar lo que quizás nosotros comenzamos.

Todos los que hoy disfrutan el honor de ser costaleros…

De convertirse, con toda la ilusión y por unos pocos años

En los pies de Cristo o de su Madre, debajo de nuestros pasos,

Ejerciendo y aprendiendo este oficio por nosotros tan amado.

Pues bien, mis queridos hermanos, creo que somos ingratos.

Porque pienso de corazón que fuimos afortunados

Al tener la oportunidad de poder vivir aquellos tiempos

En que la épica costalera, la leña y la falta de relevos

Eran el pan nuestro de cada corría. Cuando había miedo

Después de una chicotá en la que no sabíamos

Si podríamos con la siguiente… Cuando sobrevivíamos

A veces, gracias a que El señor ponía Sus divinas manos

Sobre aquellos locos y evitaba desgracias sin cuento…

¿Quien de nosotros, hermanos a lo que tanto debo,

No quiso en algún penoso momento de aquellos años

Irse de allí corriendo y mandarlo todo al carajo?

¿Quién de nosotros, aprendices del oficio costalero,

Que si bien es cierto que disfrutamos de conocernos,

En todos aquellos años de vivencias para el recuerdo…

No rezó para que apareciera o llegara algún compañero

En socorro de los que ya pensábamos Dios mío… No puedo?

Que igualmente, es cierto que afortunadamente, forjamos

Amistades para siempre en las adversidades, que conocimos

Quizás límites insospechados y a nuestros mejores amigos…

Que a veces, tras corrias de sufrimiento y esfuerzos inhumanos

Creimos tocar la gloria… Cuando habíamos conseguido

Llegar por fin a la capilla y haber encerrado el paso…

Que tuvimos la ventura de adquirir valores, amor y vivencias…

Que atesoraremos para siempre, cientos de experiencias

Inolvidables y tantos abrazos… Ay aquellos abrazos…

Que tras terminar una dura corría, para siempre nos llevamos.

Pues bien, mis queridos hermanos de trabajadera.

Hoy, desde estas pobres líneas escritas de corazón,

Quiero, en lo que por mi parte quede, a los que por fuera

Y por dentro de nuestro mundillo os contaran u os dijeran

Que indudablemente, cualquier tiempo pasado fue mejor…

Pues no hermanos míos. Creo que puedo deciros que no…

Y que al igual que todo evoluciona con el paso de los años,

Esto que tanto nos apasiona, indudablemente ha cambiado.

Gracias a Nuestro buen Dios, aquellos duros tiempos pasaron.

Y de la misma forma que no queremos para nuestros hijos

Las penurias, carencias, privaciones y enormes sacrificios

Que en nuestra ya lejana juventud, casi todos pasamos…

No deberíamos querer para nuestros jóvenes hermanos

Que pasaran las amargas fatiguitas y todos los sinsabores,

Que nosotros tambien pasamos. Que cometan los errores

Que nosotros muy a nuestro pesar, sin querer cometimos.

Por esto, hermanos que al igual que nosotros antaño,

Volvéis a calzar la ropa… Y ponéis todo vuestro amor

En continuar nuestra más que loca y bendita afición…

Con toda mi alma y mi corazón, hoy quiero felicitaros.

Quiero dar un golpe sobre la mesa y humildemente, confesaros

Que este pobre viejo, loco de amor por nuestras tradiciones

Y por nuestro oficio, ha llegado a sus propias conclusiones

Y que siempre estará orgulloso de todos vosotros. De mis hermanos

En el amor a la trabajadera y al sacrificio, a la mejor tradición.

Porque ponéis corazón y casta. Porque cada vez lo hacéis mejor…

Porque hay grandes aficionados en todas la cuadrillas, ilusión

Por mejorar y perpetuar este sentimiento sobrecogedor

Del que una vez que te enamoras, se convierte en tu perdición.

Enhorabuena por vuestro esfuerzo y por vuestro trabajo. Y perdón

Por si alguna vez, el comentario de algún costalero añejo,

Al veros disfrutar de todo lo que desgraciadamente ya no podemos

Nosotros y sin pretenderlo quizás, os ofendió con la palabra o el gesto.

Creo hablar por boca de todos, Nuestro tiempo no fue mejor ni peor.

Nuestro tiempo, ese del que tanto nos acordamos, ya pasó.

Ahora les toca a nuestros hermanos. Alegrémonos por ellos. De corazón.

No seamos ingratos con ellos, hermanos que alguna vez lo fuimos

Del costal, la trabajadera, del dolor, del sudor y del sacrificio.

Alegrémonos por ellos de corazón y no deseemos a nuestros amigos

Que pasen por lo que pasamos… Y que sufran como sufrimos…

Nuestros tiempos ya se marcharon. Por todo esto y de corazón os digo

A todos lo que hoy se dejan la ilusión y las espaldas…Bienvenidos.

Aprovechad estos pocos años que podemos gozar de algo tan divino.

Disfrutad de cada segundo que la Providencia os regala y de los amigos.

Poned toda la casta que atesoréis y el amor que nosotros pusimos.

Esto ha de ser para disfrutar… A ver si entre todos, lo conseguimos.

 Pues que, A modo de reflexión, quisiera aprovechar esta oportunidad de decir lo que quiera que me brinda el faceboock para exponer sólo una cosa.

Esto, el poder ser costalero, es un privilegio que el Señor y su Bendita Madre nos regalan durante un tiempo… No lo malgastemos en cuestiones sin importancia… Aprovechemos cada momento que podamos disfrutar de nuestra bendita locura sin medida… Dar, darlo todo en cada segundo y darse a los demás… Aquí no hay sitio para la individualidad… El triunfo, el fracaso, la leña… El sudor, la fatiga, el disfrute… Los sueños, las lagrimas, las risas y los lamentos…. Son para todos y cada uno de los que hemos tenido, tenéis y seguirán teniendo la suerte de poder estar bajo un paso, llevando con el corazón la imagen de Nuestro Señor o de Su Madre… Y esto, desgraciadamente dura muy poco. Antes de que nos demos cuenta, todo se ha acabado y solo queda vivir con los recuerdos y los sueños…

Quererse y disfrutarse… Querer y disfrutar lo que se hace y como se está haciendo…En mi humilde opinión, ahí está el secreto.

Un abrazo para todos.

 


Cuando la noche, fría y oscura

De este Enero, empeñado

En volver a evocar de mi lejana juventud, la locura…

Que convierte toda la magia del pasado

En tantas vivencias y recuerdos gratos…

Y el presente en amargura…

Cuando la mañana vence al sueño

Y el sopor del viejo ensueño

Deja atrás la quimera, dando paso a la cordura…

Entregándote de nuevo a la verdad más cruda.

Te insinúas en el fondo de mi anhelo

Permanente y apareces de nuevo, muchacha…

Aquella que me enamoró en la madrugada

De una vida que apenas comenzaba

Y que preñó para siempre el alma

De este pobre infeliz que te idolatra.

Y te acercas a mi lado y susurras quedamente

Sinfonías de pretéritos sentimientos

Que adormecidas por el tiempo,

La distancia y la vejez que entorpece

La visión y hasta el sentido más renuente,

Llevándome de nuevo al rincón del desaliento…

Y así, entre las tablas de aquella vieja

Parihuela, henchida de jirones

De ensueños que despiertan

Como sombras del pasado

Donde quedaron tantos viejos amores

Hoy de nuevo he recordado

A tantos y tantos buenos hombres

Que en aquella juventud incierta

Pasaron tan buenos y malos ratos

Tantas noches de gloria y tan amargos sinsabores…

Y como vuelves a mí, te iras de nuevo Muchacha…

Dejando en mi boca el regusto amargo

De tenerte de nuevo a mi lado

Y que en lo mejor de mi ensueño te marchas…

Dejando a este pobre viejo

Solo… Y a solas con sus recuerdos.

Bendita mil veces… Y amada muchacha

que cuando menos lo espero

tras cualquier esquina de mis deseos

de la nada, apareces trayendo el amor y la paz a mi alma.

 


Gracias Señor por todo lo que me has dado

Por las alegrías que he disfrutado,

Por las penas que me han ido llegando

Y también por lo que me has quitado…

Gracias por los grandes tesoros

Que sin merecerlo, me has regalado.

Por dejarme ayudar al necesitado.

Por tantos momentos vividos, los gozosos

Y por qué no, tambien los más penosos

Pues estos, siempre me ayudaron

A valorar aun más, tanto como me has regalado.

Gracias por tanto como he reído…

Por tantos por los que he llorado.

Por los muchos a los que he amado…

Y por cuidar cada día de los míos.

Gracias por darme esperanza

Gracias por mostrarme el camino…

Gracias Por regalarme a mi amigo

Por esto, una y mil veces… Gracias…

Por el sol que ilumina mis días

Por los luceros que iluminan mis noches

Por hacer que ninguna circunstancia destroce

Todo lo bueno que hay en mi vida.

Gracias por darme consuelo

Cuando mis ánimos desfallecen…

Cuando la amargura de nuevo aparece

Convirtiendo mi primavera en invierno.

Gracias por mitigar el dolor que me apresa,

Cuando el más triste momento me acecha…

Por permitir que de nuevo amanezca

Después de una noche incierta.

Gracias por ser mi faro y mi guía…

Y gracias, porque cada tarde

Cuando voy a visitarte

Llenas de esperanza mi vida…

Gracias por todos esos momentos

Que durante mi vida he atesorado

Gracias por tanto como me has dado

Gracias Señor… Por permitirme soñar mis sueños.

 


Que si, compadre… Que si.

Que aunque a nadie le importe

Lo que yo haya podido vivir…

Todo lo que he podido sentir…

Y a todos o a alguno de ellos, nada les aporte

Al  mundo entero le tengo que  decir

Que ha sido el Amor a este oficio, el norte

Mi faro y mi guía, para ser lo que fui…

Que siempre, desde que atesoro recuerdos,

Allá por las calles de mí viejo barrio

Quise ser costalero… Costalero de San Bernardo.

Y que primero fui monaguillo, pude ser nazareno,

Y que al fin, tras cientos de desengaños

Pude lograr mi mayor  anhelo…

Me convertí en el aprendiz eterno del oficio

Que gracias a Él, heredé de mi padre y de mi abuelo.

Que fue por Amor a mis mayores y a la mejor de las tradiciones…

Y también por aquella fe que me inculcaron mis mayores…

Que fue quizás, por las costumbres de mi bendita tierra

O también porque mi madre me pariera

La víspera de un viernes de Dolores…

Como explico que mi Dios o que la suerte

La afición de mi padre, mi barrio  y mis quehaceres

Me llevaron al mayor de los placeres

Cuando probé las dulces mieles

Al sentir por vez primera

Lo que yo sentí  al probar la trabajadera…

Porque yo he sentío lo mismo

Cuando iba bajo un palio

Cuando sacaba un paso de gloria

En  una cruz de mayo o una custodia…

O cuando estaba bajo un paso de Cristo…

Sentía el calor de amigo…

La emoción del mejor de los sentimientos…

La entrega desmedida a la pasión por este oficio

El respeto por mi Virgen o por mi Cristo

Y el privilegio de poder vivir esos momentos.

Que si compadre, que yo  he sentío lo mismo

Cuando me dejaba trozos de mi vida y de mi alma

Bajo la Virgen de la Amargura, Madre de dios de la Palma,

Con el Cristo de la Sed,  o la Divina Providencia de Cristo…

En cualquier noche de duro entrenamiento

En cualquier mañana de armá, traslado o retranqueo

Bajo el paso de Herodes, San Gonzalo o el Prendimiento…

El Cristo de los Javieres o el Cristo que llega de los Remedios…

La Virgen de la Salud o la Concepción del silencio.

Cuando comenzaba Su Pasión o cuando ya estaba amortajado…

Estando caído en la tierra o de sus ropas despojado…

Instaurando la Eucaristía…

O coronado de espinas…

Clavado en la cruz… o antes de ser sepultado.

Cargando injustamente el peso de mis muchos pecados

O la tarde del Viernes Santo, camino del Calvario.

Bajo una simple Cruz o tres Cruces y algún milagro.

Alumbrado por faroles, hachones o candelabros…

Bajo caballos, sayones, judíos mal encarados…

Por soldados del templo o legionarios romanos

Que fueran acompañando a mi Cristo…

Bajo olivos y misterios alcance con todos ellos

La gloria de pasear por las calles al Hijo de Dios mismo.

Entre azahares de recuerdos, aromas de Calle Feria

Postigos del Aceite, arenal de maestrantes,

Puentes sobre ríos de aguas verdosas o vías cargadas de historias…

Por Triana, por el centro o la Macarena…

Cuando estábamos en Parque alcosa o en  Aznalcazar…

Bajo caballos, sayones o romanos

Fuera Domingo de Ramos o la tibia Madrugada…

Nos muriéramos de calor o por llover demasiado

Nos tuviéramos que quedar  en casa…

En el frío del mes de Enero…

En el calor del verano, el otoño, la primavera o el invierno.

Bajo una parihuela  cargada de hierros…

De humildes vigas de cemento,

O de sacos de arena sin cuento…

Con un paso oscuro como la madrugada,

Dorado y centelleante a la luz de la tarde olvidada…

Bajo un palio de terciopelo o de rica plata labrada…

El mayor de los misterios, un crucificado o un Nazareno…

Un paso de Gloria o una alegoría de miedos…

Con la algarabía del mejor corneta o con toda la banda…

Escuchando el crujir del Silencio o el roce de la alpargata

Que contra el suelo, rezaba por seguiriya

En cualquier calle de un pueblo…  O de MI Sevilla,

Mientras la saeta se pierde entre la memoria y la noche cerrada.

Porque yo he sentío lo mismo

Siendo aguaor, cuando iba bajo un palio

Cuando sacaba un paso de gloria,

En  una cruz de mayo o una custodia…

O cuando estaba bajo un paso de Cristo…

No quiero ofender a mi Dios, Yo me he sentio Costalero.

Y aunque nadie  quiera creerme… Yo ya he estado en el Cielo.

 


Como suele ocurrir cada mañana,

Tras el recuerdo de mi hija y la oración

A mi Virgen y a mi Cristo dando gracias,

Prendes de nuevo en el fondo de mi alma

La chispa de ese fuego que no apaga

El rescoldo de la hoguera, en que se abrasan

Mi alma y mis recuerdos... Ay muchacha

De mis sueños a la que jamas olvido...

Y es ahora o no será nunca, como el gran poeta dijo...

Es ahora, que como cada año, has vuelto

Para seguir atormentando mis adentros…

Para volver a darme fuerzas, ganas y hasta alientos…

Para volver a incendiar mi tupido bosque de recuerdos.

Ya te veía venir muchacha... Te presentía allá a lo lejos,

en el más intimo rincón de la memoria...

Volviste para pasar, sacarme otra vez  de mis sueños

y como pasa siempre, quedarte.

De la mano de mi abuelo y de mi padre,

prendida en mi... Esta es la historia

de este loco amor que sueño para soñarte

noche a noche, tarde a tarde... Día a día...

Muchacha siempre joven a mis ojos, chiquilla

De mirada altiva que me enamoraste aquel día…

Y que para siempre me robaste

El corazón… El alma, el aliento y hasta la vida.

Ni puedo ni quiero olvidarte.

Y ahora que te fuiste en un instante,

solo rezo a mi Dios para que el tiempo pase

fugaz y vuelvas de nuevo para quedarte

otra vez junto a mi... Muchacha tan cruel y distante.

Fragancia inolvidable a Mirurgia de mi madre

y la colonia sin nombre de mi abuela.

El aroma del clavel, del jazmín o la azucena...

El olor a calentitos del postigo,

Almendras garrapiñadas o adobo de Cerrillo.

El olor de mi viejo barrio de San Bernardo

y el recuerdo del vetusto portalón de la calle ancha la Feria.

El frescor y la bulla bajo el naranjo en San Gonzalo,

Arenal y lejano arrabal de heridas que nunca cierran…

El recóndito balcón donde la saeta quiebra

el silencio de la noche y hace llorar a la luna llena…

El abrazo del amigo, la más dura corría y el terminar de la faena…

Causa final de mi gozo o de mi pena…

Despertar de mi juventud, luz de guardabrisas brillante

Y brisa entre varales de ese paso palio cimbreante

que se va entre incienso y azahares

para volver en Primavera a deslumbrarme...

Flor que en mi corazón jamás se marchita,

Eterno desvelo de mis noches despierto.

Perpetuo imán que atrae mis recuerdos.

Mi mejor ensueño y mi peor pesadilla…

Fanal y luz que ilumina cada uno de mis días.

Ay muchacha que siempre que vienes

te vas…Y vuelves para quedarte…

Y aunque a la larga, acabes marchándote,

Tu dulce recuerdo es el que me sostiene

siempre prendado y enamorado de ti

cautivo de por vida de tu esencia…

Yo, pobre diablo. El que más añora tus ausencias.

Sé que igual que has llegado, te irás, si… 

Pero yo seguiré aguardando el instante

tan soñado, Por si acaso de nuevo,

quieres venir a los brazos de este pobre viejo

loco de amor que ya que no puede abrazarte,

y se conforma con mirarte de lejos

y seguir soñando que sueña… Para soñarte.

 


Bendito Cristo Moreno de la almas buenas...

¿Que me hace volver mis ojos hacia Tí,

Que es esto que me aparta del loco frenesí

Del que mi mente y mi alma están llenas...?

¿Por qué cuando puedo estar contigo

En la soledad del viejo templo,

Tras las rejas de Tu capilla, y Te observo...

Siento que estoy viendo a Dios mismo...

Al Dios que por amor a sus hijos,

Vino al mundo hecho hombre...?

Mi Señor, el que vino  a morir para salvarnos.

Al que tan Injustamente juzgaron,

Mi Cristo... El que fuera luz de luz...

Y tomó para Sí, la naturaleza del hombre 

Y decidió, por todos nosotros, morir en la cruz...

Para de esta manera, salvarnos.

Dios verdadero hecho hombre...

El que al  sufrimiento, puso nombre.

Varón de Dolores, Cordero de Dios…

El que vino a cambiar por Amor

Las faltas y los pecados del hombre.

Ahí está siempre, hermanos. Esperando

Dios mismo, que siempre está aguardando

El momento de volver a tenernos a Su lado.

Para ofrecernos Su misericordia y el perdón…

Para ofrecernos la salvación,

Sin jamás pedirnos nada a cambio.

Ahí lo tenemos, hermanos.

Al que fue prendido y abandonado…

Acusado, abofeteado, despreciado,

Azotado, tan injustamente sentenciado,

Llevado hasta el calvario y  crucificado.

Esperando siempre hermano… Esperando.

Con los brazos abiertos, Muerto y solo.

Señor… Bendito señor. ¿A quién buscas con los ojos

Entreabiertos, si solo la soledad te acompaña…?

Una terrible muerte y la soledad que se ensañan

En ventear y aventar tus despojos…

¿Me buscas a mí, Señor, al hijo ingrato

Que como Pedro, tantas veces te ha negado?

O buscas a un solo justo entre nosotros

Que pueda merecer ser salvado…?

¿O buscas a este, o a aquel…O a cualquier otro

Que en alguna ocasión, no te haya traicionado…?

Y entretanto, Tu Señor… Muerto en la cruz, abandonado

por todos, mientras nosotros, medrosos callamos

Y te seguimos dando la espalda asustados,

Mirando como cobardes hacia otro lado.

Por no seguir Tus mandatos,

Volveremos a ser la espina

Que se clava en tu frente ultrajada y dolorida.

El flagrum implacable que azotó tu cuerpo destrozado.

Seremos neciamente, como esos malditos clavos

Que tan cruelmente atraviesan Tus pies y Tus manos…

Volveremos a ser la lanza que atraviesa tu costado…

Seremos como los que te crucificaron

Sin entender cual fue tu maravilloso legado.

Tu, muriendo en la cruz, empeñado en perdonarnos

Y nosotros, en el más atroz de los sarcasmos,

Volviendo cobardemente la cara para otro lado…

Cuantas veces Señor, habré pensado

Si realmente mereció la pena,

Bendito Cristo de las almas buenas…

Que dieras la vida por salvarnos.

Perdona Señor a este hijo Tuyo tan ingrato.

El que a diario, Te sigue negando...

Que acude a Tus plantas, implorando

Un perdón que tal vez, no merezca...

El que a los pies de Tu santa cruz,

para su gente solo te pide trabajo y salud...

Señor… Bendito Señor… Cordero de Dios

Que viniste a quitar los pecados

Del mundo, concédenos el perdón…

Déjanos calmar Tu infinita agonía.

Descansa Señor… Deja esa Cruz vacía.

Permite a los que nos congregamos

En tu nombre, demostrar que has triunfado

Sobre la muerte, la injusticia y el pecado.

Que tu sacrificio no ha sido en vano.

Solo me queda por esta tarde, pedirte Señor

Que nos hagan dignos de Ti nuestros actos…

Y que al fin, todos nosotros… Tu pueblo Señor,

Podamos demostrarte que lo que hiciste sirvió para algo.

 


Desde aquella tarde de Febrero…

Que  con el paso del tiempo

Se ha convertido en fugaz y efímero recuerdo.

Han pasado tantas cosas, vivimos tantos momentos…

Y todo ha pasado tan deprisa… Tan sólo un instante,

Que convierte el sugerente recuerdo, en vibrante

Sinfonía de arpegios y de juventud insensata…

Que aun hoy, después de tanto y tanto tiempo,

Me sobrecoge,  conmueve y enerva el alma.

Desde aquella tarde de Febrero…

Cuando tras apenas percibirte

Cruzando San Jacinto, dejaste sin aliento

Aquel corazón que en nada creía y convertiste

Para siempre en belleza y ensueño

Cada uno de mis más íntimos anhelos.

Desde aquella tarde que aun recuerdo

Teñida del color del sol de aquel Febrero

En que la vida nos llevo a nuestro primer encuentro…

Con el olor del azahar recién abierto

En los naranjos del barrio que llevamos tan adentro.

Desde aquella tarde de Febrero

En que descubrí la hermosura hecha mujer…

El pozo de agua fresca en el que calmar mi sed,

El frescor de mis veranos y el calor de mis inviernos…

La causa de mis mejores y mayores sueños,

El puerto al que siempre deseaba volver…

Y la puerta de mi Cielo o de mi infierno.

Desde aquella tarde de Febrero

Que para siempre guardo en mis adentros,

En que descubrí el profundo candor de tu mirada,

Aquella sonrisa tuya que era toda primavera,

Tu sonrisa… Como el temblor de la flor recién cortada.

Y tu enorme timidez y tus silencios, que quisieran

Decir tanto… Sin decir ni una palabra...

Y que convirtió una simple chispa en una hoguera

Que no apagaron desengaños,

Ilusiones rotas, ni el paso de los años,

Nuestras discusiones o el peor de los momentos.

Desde aquella tarde de Febrero…

Solo bendigo el día

En que el Señor te trajo a mi encuentro.

Y solo le pido a la vida

Ser capaz de parar el tiempo…

Conseguir que olvides los malos momentos…

Disfrutar cada instante tu compañía.

Pasear por la playa como hicimos aquel verano…

Felices y juntos… Cogidos de la mano.

Lograr que te sientas dichosa a mi lado…

Compartir tu alegría y tu llanto…

Poder regalarte a diario un te quiero.

Velar tu sueño cuando estas dormida…

Por la mañana, decirte hasta luego,

Cuando llegues, darte la bienvenida…

Lograr que tu boca se rompa en sonrisas…

Darte a la mañana, un beso de buenos días

Y por la noche, desearte felices sueños.

Ser en invierno, tu calor y tu abrigo…

Ser tu mirra, tu oro y tu incienso

Vivir toda la vida contigo

Y cuando ya seamos muy viejos…

Como aquella tarde, hace tanto tiempo,

Decirte como entonces que te sigo queriendo…

Y que nunca tuve mejor regalo

Que el que tan cerca de San Gonzalo

Me hizo mi Dios… Aquella tarde de Febrero.

 


¿Como olvidar nuestra primera vez,  muchacha?

Ahora,  que el invierno me encamina

De manera inexorable al olvido y a la ruina

De lo que una vez fue juventud, tu… Mi gran amor, me animas

A desgranar los recuerdos, intentando con la rima

Torpe de estos versos,  contar lo que permita

La pobre elocuencia de la simple ortografía…

¿Cómo contar nuestra primera vez, muchacha,,,?

Antes que el cruel olvido,  merme mis ya pocas facultades

Y siembre para siempre en mi memoria oscuridad y dificultades…

Me robe la dignidad, mis recuerdos y las habilidades

Que una vez me regalo la vida, para convertir en palabras

Los sueños locos de un alma para siempre enamorada…

¿Cómo olvidar nuestra primera vez, muchacha…?

¿Como contar al amigo que el corazón desbocado

A punto de reventarme el pecho, pugnaba

Por escapar de mi, sabiendo que iba a tu encuentro…?

¡Como contar lo que vivieron mis sentidos?

¿Como explicar al mundo entero lo que sentí…?

¿Como explicar con palabras lo que viví,

Cuando por vez primera el latido

De mi quimera, me quemó en lo más íntimo

De mis pocos años y que en aquella agonía postrera

Tras un esfuerzo tan desmedido

Que en mi vida jamás conociera…

Me regalaste, quedamente, tu primer gemido…?

¿Cómo olvidar muchacha, nuestra primera noche arrebatada…?

¿Cómo olvidar mi engañosa valentía y mis miedos?

¿Cómo contar al profano  que me enamore de un simple madero…?

Y que desde aquella fría e invernal madrugada,

Supe que para siempre, te había entregado mi alma…

¿Cómo contar el sentimiento cruel de la espera

Cuando sin poder refugiarte ni en el propio autoengaño,

Hacía falta un verano, un otoño, un invierno…  Casi un año

Para poder tenerte y sentirte de nuevo tan cerca?

¿Cómo expresar que el dolor que me infligías

Cada vez que disfrutábamos de un corto y fugaz encuentro,

Y que cada una de las heridas que abrías en mis adentros

Solo eran para mí motivos de alegría…

Que jamás supuso para mi, ni amargura ni dolor ni sufrimiento…?

Que solo eran un acicate más, para correr como loco de nuevo a tu encuentro.

Hoy, a esta hora, no he podido olvidarte, muchacha…

Más no sé lo que pasará mañana.

Solo me queda contarte, que si el paso inexorable

De los años y la vida me quitaran algo tan imborrable

Como nuestra primera vez, muchacha…

Creo que no sería pecado pedir a la Providencia

Que pusiera punto y final a esta pobre y dolorosa existencia.

 


No muchacha, no. Ya quisiera yo...

Porque cuando llegan estos días,

En los que cambia hasta el color

Del cielo, en los que antaño te tenía

Sólo para mi... Es cuando el dolor

Por tu ausencia, abre de nuevo la herida

Que jamás se cerró en este viejo corazón.

Y así, enfermo de nostalgia por tu ausencia...

Sigo muriéndome por tenerte muchacha…

Por llevarte a cuestas como antes…

Por jugar a sentirme como en casa

Por poder acariciarte hasta ablandarte…

Enfermo de nostalgia por tu ausencia,

Por la fiebre que consume mis recuerdos, loco…

Ahora que ya de noche no te toco

Abrumado por el mundo vacío y sin conciencia.

Y sigo muriéndome por tenerte muchacha…

Por soñarte a cada instante intentando doblegarme,

Intentado, en vana y desigual pelea, quitarme

La ilusión de tantas y lejanas madrugadas.

Qué lejos quedan las ilusiones de aquel tímido muchacho

Que prendido en su sueño enamorado

Tantas tardes, rendido para siempre a tus encantos,

Despierto llegó a soñar con poder amarte hasta el hartazgo.

Que por la dicha de poder amarte locamente

Te abrazaba hasta sangrar por las heridas

Que tú, abrasadora pasión de aquel loco impenitente

Sin asomo de piedad, desdeñosa le infligías.

Y cuando al fin, después de lucha tan desigual y agónica

Al fin te entregabas a mí, por el amor que yo te daba…

Aun así, tan ajena y tan distante te mostrabas…

Sabiendo que por y para siempre serías la única

Que ocuparía aquel rincón de mi alma enamorada.

Mas al llegar la hora de tener que separarnos,

Como llega el ocaso cuando acaba el día…

Triste pero feliz, me marche de tu lado… Porque sabía

Que nadie más en este mundo te amaría

Como yo te había querido...

Como yo te había sentido…

Para siempre tu mejor enamorado.

Perder por tu recuerdo la salud, yo no quisiera

Que nunca se emborracha la memoria

Bordando en pesadillas la ilusoria

Utopía de verte y saber a ciencia cierta

Que nunca más será como antes fuera…

Maldíceme muchacha, porque a la vida

La quiero lejos de tí, amarga y dolorosa.

Clavando sus espinas cada rosa

Y con la soledad haciéndose mi amiga.

Maldíceme muchacha ¡Dios te bendiga!

Si no eres tú… Mi loco amor… No quiero otra cosa.