lunes, 25 de julio de 2022


 Señor… Bendito Señor que vienes a mi mente

Cuando menos me lo espero…

Quizás porque a veces, sin querer

Y desde luego, hasta sin merecerlo,

Te siento tan cerca de mí, que hasta me estremezco…

O a lo mejor, porque de tanto necesitarte y quererte,

Hay veces que hasta pareciera que perece

Que sueño contigo incluso estando despierto…

¿Por qué pareces en mis sueños tan triste y cansado?

Bendito Cristo mío… Señor Soberano

De este mundo enloquecido, empeñado

En ignorarte y olvidar Tu maravilloso legado…

Anoche volví a soñarte Señor, tocando otra vez

Este pobre espíritu maltrecho… Sentí la calidez

De Tu palabra… El gozo de esa eternidad

A todos prometida por el Amor… Y la perpetuidad

Y la persistencia con que volvemos a buscar renuentes

Cada año, en tal o cual esquina, en esa calle,

O en esa acera, contemplando la vuelta perdurable

En el recuerdo, de tantos como están ausentes

Y que ya se marcharon tras tu estela celeste…

Volví a soñar otra vez, con el escalofrío de la mañana

Por la calle Zaragoza, al escuchar el crujir

Del catafalco color caoba, que estremece el alma

Y las conciencias tan faltas y sedientas de Ti,

De tu misericordia plena… Y nuevamente, presentí

La lluvia suave de siete palabras de justicia, en el alba

Donde se pierden los recuerdos, en aquella madrugada

Que se aleja atropelladamente en mi memoria a mis espaldas…

Anoche Señor, volví a imaginarte dormido…

Sólo dormido al fin por la Providencia,

En un lecho de dolor y soledad por Bustos Tavera…

Muerto por el amor que revelaste a Tus hijos,

Entre lienzos blancos tejidos por la torpeza

De los que renegamos de Ti, volviendo a ser Tu sentencia.

Tan faltos de Ti como desgraciadamente estamos.

Mires por donde mires, enfrentamiento,

Injusticias, odio desatado, guerra entre hermanos…

Enfermedad, dolor y tanto sufrimiento…

Y entre tanto mal, Tu, desde hace dos mil años

Clavado en la cruz… Con los brazos abiertos,

Empeñado desde siempre en perdonarnos…

Mientras Tus hijos, pareciera que te olvidamos

Pues el mal vence… Disfrazando con engaños

Tu Sacrificio y aparentando que ha sido un fracaso.

No Señor… No. Tú no has fracasado.

Al menos para mí, que desde chico,

Siempre soñé con ver a mi Cristo

Triunfante… Sobre canastos dorados,

Entre lirios, claveles o candelabros…

O sobrecogedoramente alzado

Sobre pasos de oscura madera

Entre hachones de lóbrego color tiniebla…

Viniendo a mi encuentro despacio, siempre

Despacio… Poco a poco de frente,

O en alarde acompasado de costaleros,

Con un izquierdo por delante valiente,

O suavemente de costero a costero…

Haciendo que el tiempo se detenga

Y que un suspiro, el diapasón contenga

El sublime momento que se contempla,

Gratamente se recuerda, o incluso se sueña.

No Señor… No. Tú no has fracasado.

Al menos para mí, que desde chico

Siempre he soñado con ver a mi Cristo

Entre cuatro grandes faroles dorados,

Confortar almas y vidas cansadas

En la mejor de las madrugadas…

O entre esos cuatro faroles de plata

Que, en la tarde del mejor jueves del año,

Alumbran Su lento caminar hacia el calvario…

Haciendo mágico el oscuro transito solitario

Del Hombre, desde un pesebre hasta el sudario.

O que por el puente de San Bernardo

Cuando con los brazos abiertos, hasta muerto…

Sigue repartiendo Salud a los que están enfermos,

Recogiendo el dolor del desdichado,

Saciando el hambre y la sed del necesitado…

Y aunque es cierto que, con un abrazo y un beso,

Se siguen hoy traicionando los hombres…

Que reunidos en torno a Ti y a Tu Santo nombre

Se enmarañan convivencias entre contradicciones…

Que falsamente, hijos llorosos por la emoción

Al verte pasar entre candelabros y montes de claveles,

Al instante olvidan y desatienden cruelmente

A unos padres quizás cercados por la soledad…

O que algunos, llegando al colmo de la crueldad,

No se ocupen de los hijos, abandonándolos a su suerte…

Al oír el crujir de Tus rodillas cayendo por San Vicente,

O sentir el dolor en Tus hombros al caer por el Altozano…

Vivo con la esperanza de que Tu sacrificio no fue en vano

Y que a pesar de que parezca, que al fin eres derrotado,

Por Tu pasión, muerte y resurrección, Has triunfado.

Puede parecer que, en una parte de nuestro corazón,

Vive un Jesús que pareciera haber fracasado,

Que hubiera caído por el peso agotador de nuestra sinrazón.

Pues seguimos aferrados al nefasto argumentario,

Que siempre justifica nuestros más lamentables actos.

Que diariamente, del testimonio de Amor que es Su legado,

Neciamente nos alejemos, pareciendo haberle olvidado.

O que incomprensiblemente, reneguemos hasta del hermano.

Puedo asegurarte, Bendito Padre y Señor Soberano

Que, al regalarnos al despertar cada día, la ESPERANZA…

Mientras podamos ser dignos de Ti y una pequeña túnica blanca

Te acompañe otro triunfal y soñado Domingo de Ramos,

Siempre podremos proclamar que has triunfado…

Que a diario, nos seguirás sacando del barro

Donde caemos por el peso de nuestros pecados…

Y que EL AMOR Y LA ESPERANZA, son la clave y las llaves,

Para conseguir una eternidad que está a nuestro alcance.

Bien está por hoy, mis queridos hermanos…

Quedad con Él… Os dejo en Sus divinas manos.

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