jueves, 22 de diciembre de 2016

Feliz Navidad.



Hoy por querer, quisiera
Que nuestro Señor me bendijera
Y Su Bendita Madre me concediera
Hacer realidad esta infantil quimera…
Solo te pido cuatro deseos, Señor…
El Primero, poder tener unos brazos
Tan fuertes, tan grandes y largos…
Que a ser posible, Señor
Fundiera en el mejor de mis abrazos
A todos y todas a los que tu Amor…
Eterno y Bendito Amor
Sin medida ni reparos
A lo largo de mi vida me obsequió,
Haciéndome quizá el mejor de los regalos.
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que no
He sabido encontrar el momento de amarlos…
El segundo deseo, Señor…
Tener grandes y fuertes manos.
Grandes y fuertes para hacer el mejor reparto…
Repartir Paz, Esperanza y cariño a mis hermanos,
Todo lo que de bueno albergue mi corazón
Para los que he amado,
Hoy amo, o amaré en un futuro lejano…
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que no
Me he sentido capaz de poder amarlos.
Y si pudiera ser que pudiera
El tercero, Señor…
Que Tu que todo lo puedes, me concedieras
La oportunidad de regalar de mí, lo mejor.
Mi mejor sonrisa, mi desmedida pasión…
Mis ánimos, mi mejor aliento… Y que sirviera
Para aliviar el llanto, la pena y el dolor
Que anida en el fondo del alma ajena.
Y de aquellos a cuantos quise, a los que querer quisiera
Y de aquellos por los hoy siento el mejor amor…
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que pudiendo haberlo hecho,
No haya sido capaz de conseguir dar aliento o consuelo.
Y el cuarto, Señor…
Hasta que mi alma y mi cuerpo encuentren descanso,
Poder pedir perdón a todos a cuantos
Sin desearlo, Ofendí, molesté, o hice algún daño
A lo largo de mi vida, en tantos y tantos años…
De la misma manera que yo perdono a cuantos
A mí me lo hicieron, me lo harán… O me lo hacen hogaño.
Y también, ¿por qué no…?
A todos y a todas a los que a pesar de intentarlo
No fui capaz de devolver más amor
Tras, después de alguna falta, haber sido perdonado.
Que nuestro Señor y Su Bendita Madre, bendigan cada uno de nuestros hogares y nuestras vidas siempre…
Mis mayores y mejores deseos de paz, amor y felicidad para todos.
Feliz Navidad.

Pudo haber significado el punto y final a mi relato...



Cuando la vida, abruptamente
Te hace junto a Dante, caminar
Por el peor de los círculos del averno…
Cuando tenaz y provocadora… Súbitamente
Al peor de lo banquetes te convida…
O cuando inesperadamente te incita
A renegar de lo mejor de tus adentros…
Como ayer, como ahora… Como siempre
Ha pasado a lo largo de mi vida…
De la nada, siempre apareces…
Y a mi desesperada llamada compareces
Para ofrecerme la esperanza en la ilusión perdida.
Bendito Cristo de mis sueños
Que pusiste Tus divinas manos
En ese segundo tan nefasto
Que pudo haber significado
El punto y final a mi relato.
Bendito Cristo de mis sueños
Con el que anhelo encontrarme
El día que decidas llamarme
Para disfrutar del gozo eterno
De estar en tu presencia, sin temor al tiempo.
Y si dicen que no existes… ¿Quien me protege…?
Y si dicen que es mentira… ¿Quien me proporciona Esperanza…?
Si niegan Tu presencia… ¿Quién de la nada emerge…
Cuando el horror, la duda y el dolor nos atenazan…?
¿Como corresponderte,
Bendito Cristo omnipresente…?
¿Cómo darte gracias, mi Dios omnipotente…?
Muéstrame Señor como agradecerte
Que indudablemente me has salvado
Como hiciste antes tantas veces...
Cuando siendo un inconsciente
Cientos de veces me la he jugado...
Y ahora, en ese segundo inesperado
En que la vida desgraciadamente
Me puso tan cerca de ir en persona a verte…?
Por eso nuevamente hoy proclamo
Que esta es mi Fe y así yo lo declaro…
Creo en Ti Señor… En el Dios del Amor sin medida ni reparos…
En el Dios que me ayuda a levantarme cuando caigo.
En el Dios de la Misericordia y del perdón de los pecados…
El Dios de la humildad y el que socorre al desamparado.
El que está al lado del que se equivoca y del necesitado…
El que a diario te ayuda y te protege.
El que siempre que lo necesitas aparece
Y que te espera para ofrecerte Su mano
Para sacarte del abismo en que la vida te sumerge
En el momento más inesperado.
Bendito Cristo de mis sueños, gracias nuevamente
Por estar siempre a mi lado.

Hasta donde es licito que dude el alma...



Hasta donde es licito que dude el alma...?
Que dude o duela la entelequia, que a veces asalta
la profunda e ineludible verdad de la existencia
que acongoja el dulce abrazo o la mentira...
Que en ocasiones, al dudar... Hasta enajena...

Donde llega el equilibrio de la palabra...?
Donde está el manual que explicara
en pocas frases, el camino de la vida...?
Por que tantas veces, quizá demasiadas
veces... El sentimiento no encuentra la palabra
que pueda definir lo que siente el alma
ante oscuras vivencias ya pasadas
o ilusiones por venir en esta vida...

Por qué los atávicos miedos sobresaltan
el lento e ineludible transcurrir de los días...?
Por qué el fonema se pierde en la garganta
cuando tratas de gritar que no dominas
el instante que, a pesar de todo pasa
rápido y veloz... Destrozando tu alma...
sin quejarte o proferir ni una palabra.

Que puedo hacer, pobre y mísero de mi
si cuando a veces callo, debería decir...
todo lo que, dentro de mi corazón guardo
para, después de tanto intentarlo
y no poderlo conseguir, no evitar herir
el entendimiento del amigo o del hermano
del padre, la esposa o el hijo... Y sustituir
la verdad que de mi alma brota a trasmano
y el exabrupto, por lo que quieren o desean oír...?

Y en estas y otras parecidas..
Va transcurriendo la cruda y dolorosa vida.
A veces temiendo a la duda, otras a la mentira.
Las mas de las veces...
Haciendo lo que no quieres...
Pero agradando al que no te estima...
Intentando complacer al que te mira...
Y desearía que un autobús te pasara por encima.

Como ayer... Como ahora... Como siempre...



Si dicen que no existes… ¿Quien me habla…?
Si dicen que es mentira… ¿Que me mueve…?
Si niegan Tu presencia… ¿Quién se infiere…
Cada vez que Te reclamo y me haces falta…?
Cuando tantas veces, pido ayuda…
Porque el dolor y el paso de la vida me doblegan,
Y todo mi esfuerzo y mi lucha, solo lleva
A la desesperación… ¿Qué es lo que me empuja
A encontrar la solución a mis problemas…?
¿Qué respuesta me daría el amigo,
Si acaso preguntara algún día…?
¿Quien acude a socorrerme, cuando todo se avería…?
¿Quien hace en la vida tanto bien para conmigo?
¿Quién me levanta, si mi ánimo desfallece…?
¿Qué me hace querer y respetar a mis hermanos…?
¿Quién me llena de Esperanza en cada ocasión que fracaso…?
¿Quién pone el Amor en el corazón de la gente…?
Esta es mi Fe y así yo lo declaro…
Creo en Dios, en el Dios del Amor sin medida ni reparos…
En el Dios que me ayuda a levantarme cuando caigo.
En el Dios de la Misericordia y del perdón de los pecados…
El Dios de la humildad y el que socorre al desamparado.
El que está al lado del que se equivoca y del necesitado…
El que te espera para ofrecerte Su mano…
Pues bien, mi querido hermano,
Si alguna vez te has preguntado
Como llegar a Su lado…
Acercate al portalón y sin prisas, agarrate de su mano
Y que Él te muestre la gloria… Que siempre te está esperando
En la Parroquia de San Gonzalo.

El carbonerillo Palermo...



Por extrañas razones que desconozco, esto, que lei en 2º de Bachiller, se me quedo grabado... Hoy he vuelto a encontrarlo. Será la fiebre.
El carbonerillo Palermo...
Era tosco y feote el chiquillo de Palos, con unos claros ojos de fija redondez. Guardaba el carbón en el monte y lo traía al pueblo en una burra vieja, digo, entre una burra vieja y él. No se montaba nunca en la burra cargada con los sacos, la ayudaba con cuidado de niño.
La burra era para él la compañera de lo más largo de su vida, burra madre, burra hermana, burra amiga. En el campo solo, la burra lo era todo para él. Le llenaba el monte de vida tibia. Y con ella no se sentía vacío ni de cuerpo ni de alma por los arenales perdidos.
Aquel invierno la burra cayó mala. El carbonerillo, concentrado su amor, hacía todo lo posible por comprenderla, por adivinar lo que tenía, para sanarla. Horas largas, inmensas horas de angustia en el monte. Viento en las copas de los pinos, pajarillos ajenos, horizontes más lejanos. Cuando ya la burra se echó y él no podía moverla, ideó cuidarla, entretenerla a su manera. La rodeó de paja, le traía hierba seca, le ofrecía su pan con aceite, su sardinilla, su naranja. Se pintaba la cara con almagre y cisco y le bailaba así; le contaba, echado contra ella, unos largos cuentos, le cantaba sevillanas, peteneras, malagueñas. Sintió frío y le encendió a la burra una buena candela y se la mantuvo hora tras
hora hasta que la burra se murió.
… ¡Pero la burra se murió contenta!, decía, con su lagrimón sucio temblándole. Contenta la burra, comprendida y amada del niño contento; el triste, el humilde trabajadorcillo.
Juan Ramón Jiménez

Macareno de Triana o trianero de San Gil.



Preciosos versos de Jose Maria Machado.
Por si a bien tienen VV.MM. leerlos.
Macareno de Triana
o trianero de San Gil.
Que en Pureza o Resolana
el Viernes por la mañana....
!!Señores......hay que morir!!.
Que no existe competencia,
que el Señor de La Sentencia
daría su propia vida
por aliviar las caídas
del Rey de los trianeros.
Que lo sabe el mundo entero.
Que las hermanas se adoran
y la misma pena lloran
por un Hijo que se vá.
Que no se puede aguantar
que existan enfrentamientos
donde manda el sentimiento
y el cariño de verdad.
Fuera pasadas rencillas,
que todos somos Sevilla
y cofrades sevillanos.
Hermano.....toma la mano
de un macareno jartible
para que vean que es posible
presumir sin discutir
y ronear sin herir
Tu emoción está en Pureza
y la mía en la grandeza
de mi Hermandad soberana
por Parras y Resolana.
Un macareno en Triana
o un trianero en San Gil.
Que mas se puede pedir ??.
Que los dos barrios aclaman
a dos divinas hermanas.
Son Macarena y Triana
y el Viernes por la mañana......
!! En Sevilla..... hay que morir !!.

Esa lagrima tuya…



De D. Victor Garcia Rayo.

Esa lagrima tuya…

En la plaza del Salvador no cabía más fe, no quedaba espacio para más esperanza. No había butacas para tanta misericordia y mientras pasaba, hijo, tu padre del cielo con esa túnica que marca la distancia entre lo imposible y lo cierto, mi pecho empezó a prepararse para asistir a un evento que entenderás mejor cuando, pasado el tiempo, lo que te quede de mí sea el recuerdo del hombre que te enseñó a querer a Sevilla con toda su alma y a Dios sobre todas las cosas.

Yo sentí, amor mío, cómo se te aceleraba el pulso y empezaba tu corazón de quince años a bombear temores nuevos. Era tu primera vez. Jamás habías visto al Señor en su paso por las calles de Sevilla porque tus obligaciones como marinero de Esperanza no te lo permiten. Yo vi en tus ojos los cristales vírgenes, limpios. Aún no habían sido rayados por la luz del Dios de San Lorenzo. Cuando se ve por vez primera al Señor en la calle, tu mirada queda señalada para siempre, como con un rasguño imborrable. Ya tus ojos no serán los mismos jamás. Porque han visto a Dios andando por una calle.

Cuando llegó a nuestra altura, sentí que te estremecías a unos centímetros de mí y empecé a escuchar esos tiernos gemidos, imperceptibles para el mundo pero clavados para siempre en mi memoria y en el llanto de tu madre, que se estaba dando cuenta de todo, como todas las madres. Era tu bautizo real como sevillano. Estabas viendo a Dios, escuchando su forma de caminar, llorando por primera vez con Sevilla, como llora Sevilla.

Dejé que pasara sin tocarte pero me moría de ganas de apretarte entre mis brazos. En ese momento nada en el mundo debe interponerse entre Dios y uno. Y también dejé que vieras cómo se marchaba, cómo se iba caminando la auténtica fe de este pueblo. Le pedí una vez más por ti, por todo lo que estabas sintiendo en ese preciso momento y le entregué para siempre una fidelidad nueva, el amor de otra persona que acudirá a sus plantas a la hora del ahogo y la zozobra.

Ese que pasaba, amor mío, era Dios. Y por eso lloraste al verlo por primera vez. Cuando nos fundimos por fin, ya con el Señor a unos metros, en ese abrazo que jamás podré olvidar, sentí que llorabas encima de tu padre de la tierra después de haber visto caminar a tu padre del cielo. Y volvió a cerrarse un círculo en mi corazón, en mi vida, en un nuevo sueño cumplido.


Ya tienes, Álvaro, los ojos rayados, la marca hecha. Has visto andar al Creador por primera vez en tu vida. Y a esta hora, delante de tus lágrimas, tu padre de la tierra no es capaz más que de echarse a llorar de orgullo. Lo hago ante Dios. Y Dios, mi vida, vive en San Lorenzo.