lunes, 29 de septiembre de 2014

Si dicen que no existes... ¿Quien me habla...?



Si dicen que no existes… ¿Quien me habla…?
Si dicen que es mentira… ¿Que me mueve…?
Si niegan Tu presencia…  ¿Quién se infiere…
Cada vez que Te reclamo y me haces falta…?

Cuando tantas veces, pido ayuda…
Porque el dolor y el paso de la vida me doblegan,
Y todo mi esfuerzo y mi lucha,  solo lleva
A la desesperación… ¿Qué es lo que me empuja
A encontrar la solución a mis problemas…?

¿Qué respuesta me daría el amigo,
Si acaso preguntara algún día…?
¿Quien acude a socorrerme, cuando todo se avería…?
¿Quien  hace en la vida tanto bien para conmigo?

¿Quién me levanta, si mi ánimo desfallece…?
¿Qué me hace querer y respetar a mis hermanos…?
¿Quién me llena de Esperanza en cada ocasión que fracaso…?
¿Quién pone el Amor en el corazón de la gente…?

Esta es mi Fe y así yo lo declaro…
Creo en Dios, en el Dios del Amor sin medida ni reparos…
En el Dios que me ayuda a levantarme cuando caigo.
En el Dios de la Misericordia y del perdón de los pecados…
El Dios de la humildad y el que socorre al desamparado.
El que está al lado del que se equivoca y del necesitado…
El que te espera para ofrecerte Su mano…

Pues bien, mi querido hermano,
Si alguna vez te has preguntado
Como llegar a Su lado…
Acercate al portalón y sin prisas, agarrate de su mano
Y que Él te muestre la gloria… Que siempre te está esperando
En la Parroquia de San Gonzalo.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Cuantas veces, Señor...

Cuantas veces Señor…
He intentado contar aquel momento,
Cuando tanto dolor
Y todo  el desaliento
De esta pobre alma atormentada
Se fundieron para siempre en tu mirada
Y encontré el consuelo y tanto Amor
Que colmaste mi vida de Esperanza…

Como contar que la vida,
Aquella misma mañana
Me había robado la esperanza…
Al entregar a la tierra a mi hija.

Como contar que aquella triste mañana
Al llevar su pequeño cuerpo entre mis brazos
Mi corazón se había partido en pedazos…
Y que al perder lo que más amaba
También se me había muerto el alma.
Como contar que  aquella tarde aciaga  
Cuando mi alma destrozada
En la absoluta soledad del templo
Se enfrentó al más amargo de los encuentros…
Cuando mi vida entera se marchaba
En pos del pequeño féretro…
Cuando todo mi ser se desangraba
En tan trágico y doloroso momento,
Vencido por el más atroz abatimiento…

Cuando, sin más equipaje que el rencor
De un océano de desesperación…  
El entendimiento y la razón,
Cegados por la rabia y el corazón
Y el alma rota en pedazos por el dolor…

Cuando el infinito peso del madero
Que sobre mis hombros Tú habías puesto…
Había doblado al fin mis rodillas….
Y ya solo deseaba que pusieras fin a mis días…
Más cuando el insano vapor calenturiento
Al fin mi entereza venció…
Y toda la resistencia y el vigor
De un hombre en su peor momento
Ya habían tomado la determinación
De acabar de una vez con aquel tormento…

Aquel instante de impía  locura
Tal y como había llegado, cesó.
Cuando mi mirada al fin se cruzó
Con todo el Amor y la infinita ternura
Que se desprendían de la Tuya.

Fue así como todo el dolor y amargura
Que colmaban mis entrañas
Trocaron en paz y Esperanza…
Bendito Cristo que en la estrechura
De la peor calle empedrada
Colmas de Amor y resignación nuestras almas.

Bajo el manto de Tu sombra, redentora
Que vino a dar la paz a mi alma atormentada.
Encontré respuesta a todas las preguntas formuladas.
Y es por esto, que cuando el temor y la duda me asaltan
Corro a refugiarme bajo la sombra protectora
Donde me siento seguro y me colmas de Esperanza.

Así fue como me sumergí en Tu sombra revelada…
Cuando descubrí por vez primera
En aquel abismo insondable
De Tu dulcísima y profunda mirada
La suave brisa del consuelo y la Esperanza…
Cuando tanta Paz y tanto Amor me regalaste


Y convertiste todo mi invierno en primavera.

domingo, 14 de septiembre de 2014

En los peores momentos... En la peor encrucijada...



La mirada de mi Cristo.

En lo peor de cada noche, entre el sueño y el desvelo
De la incipiente madrugada…
Cuando la tortura del peor recuerdo
Te destroza el alma en llamaradas
De dolor y de tristeza descarnadas.
Cuando las ganas de llorar… Ahoga en la garganta
El lamento… Y la cólera y la furia se desatan.
Cuando la peor de las dudas te asalta…
Cuando sin deber, te preguntas  ¿Dónde estabas…?
En lo peor de la tormenta, siempre aparece tu mirada
En la que me refugio sin tenerle miedo a nada.
Gracias bendito Cristo de mis sueños…
Por traer siempre el consuelo
A mi pobre alma, arrebatada
Por tanto dolor almacenado y tanta pena acumulada
En tanto mal momento…
En tanta pregunta formulada
Torpemente… Por mi pobre alma atormentada.
Gracias Señor… Cien veces gracias
Por hacer que pase este mal sueño…
Por convertir en plegaria mí lamento
Por regalarme de nuevo la Esperanza
Hasta en el peor recuerdo o la desgracia…
Gracias Bendito Cristo de mis sueños...

Gracias, Señor… Mil veces GRACIAS…