jueves, 6 de agosto de 2009

A nadie le faltan fuerzas... Lo que nos falta a muchos es voluntad.

Hay veces, muchas veces... Quizas demasiadas veces, que pedimos fuerzas a Nuestro Señor o a su Bendita Madre. A veces, por cosas banales, otras porque a nosotros nos parecen importantes Y otras... porque ya no sabemos donde acudir... Así es nuestra fé. Quizas, deberíamos pedir más para nuestros semejantes y menos para nosotros mismos. No somos tan importantes... No somos tan imprescindibles... No somos tan necesarios. Por eso, hoy, quiero parafrasear a mi compadre... Señor, dame fuerzas, no para llevar tu paso... Sino para llevar mi vida...

2 comentarios:

Jose Fesser dijo...

Que buena reflexión, hermano, para hacerla en esta limpia mañana de agosto, mirando desde mi terraza el quieto mar en calma de Chipiona. Qué grande es el Señor, pienso cuando miro la inmensidad del océano andaluz, y que misericordioso por mantener viva la llama de la fe en costaleros como tú. Un beso grande, Antonio de mi alma.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

¿Se puede?
Gracias, es la primera vez que he pasado por aquí y me ha gustado lo que he visto de modo que si me lo permite pasaré de nuevo.
También me tomo la libertad de enlazarlo en mi pequeño rincón, espero que no le moleste.
Saludos.