Bendito Cristo Moreno de la almas buenas...
¿Que me hace volver mis ojos hacia Tí,
Que es esto que me aparta del loco frenesí
Del que mi mente y mi alma están llenas...?
¿Por qué cuando puedo estar contigo
En la soledad del viejo templo,
Tras las rejas de Tu capilla, y Te observo...
Siento que estoy viendo a Dios mismo...
Al Dios que por amor a sus hijos,
Vino al mundo hecho hombre...?
Mi Señor, el que vino
a morir para salvarnos.
Al que tan Injustamente juzgaron,
Mi Cristo... El que fuera luz de luz...
Y tomó para Sí, la naturaleza del hombre
Y decidió, por todos nosotros, morir en la cruz...
Para de esta manera, salvarnos.
Dios verdadero hecho hombre...
El que al
sufrimiento, puso nombre.
Varón de Dolores, Cordero de Dios…
El que vino a cambiar por Amor
Las faltas y los pecados del hombre.
Ahí está siempre, hermanos. Esperando
Dios mismo, que siempre está aguardando
El momento de volver a tenernos a Su lado.
Para ofrecernos Su misericordia y el perdón…
Para ofrecernos la salvación,
Sin jamás pedirnos nada a cambio.
Ahí lo tenemos, hermanos.
Al que fue prendido y abandonado…
Acusado, abofeteado, despreciado,
Azotado, tan injustamente sentenciado,
Llevado hasta el calvario y
crucificado.
Esperando siempre hermano… Esperando.
Con los brazos abiertos, Muerto y solo.
Señor… Bendito señor. ¿A quién buscas con los ojos
Entreabiertos, si solo la soledad te acompaña…?
Una terrible muerte y la soledad que se ensañan
En ventear y aventar tus despojos…
¿Me buscas a mí, Señor, al hijo ingrato
Que como Pedro, tantas veces te ha negado?
O buscas a un solo justo entre nosotros
Que pueda merecer ser salvado…?
¿O buscas a este, o a aquel…O a cualquier otro
Que en alguna ocasión, no te haya traicionado…?
Y entretanto, Tu Señor… Muerto en la cruz, abandonado
por todos, mientras nosotros, medrosos callamos
Y te seguimos dando la espalda asustados,
Mirando como cobardes hacia otro lado.
Por no seguir Tus mandatos,
Volveremos a ser la espina
Que se clava en tu frente ultrajada y dolorida.
El flagrum implacable que azotó tu cuerpo destrozado.
Seremos neciamente, como esos malditos clavos
Que tan cruelmente atraviesan Tus pies y Tus manos…
Volveremos a ser la lanza que atraviesa tu costado…
Seremos como los que te crucificaron
Sin entender cual fue tu maravilloso legado.
Tu, muriendo en la cruz, empeñado en perdonarnos
Y nosotros, en el más atroz de los sarcasmos,
Volviendo cobardemente la cara para otro lado…
Cuantas veces Señor, habré pensado
Si realmente mereció la pena,
Bendito Cristo de las almas buenas…
Que dieras la vida por salvarnos.
Perdona Señor a este hijo Tuyo tan ingrato.
El que a diario, Te sigue negando...
Que acude a Tus plantas, implorando
Un perdón que tal vez, no merezca...
El que a los pies de Tu santa cruz,
para su gente solo te pide trabajo y salud...
Señor… Bendito Señor… Cordero de Dios
Que viniste a quitar los pecados
Del mundo, concédenos el perdón…
Déjanos calmar Tu infinita agonía.
Descansa Señor… Deja esa Cruz vacía.
Permite a los que nos congregamos
En tu nombre, demostrar que has triunfado
Sobre la muerte, la injusticia y el pecado.
Que tu sacrificio no ha sido en vano.
Solo me queda por esta tarde, pedirte Señor
Que nos hagan dignos de Ti nuestros actos…
Y que al fin, todos nosotros… Tu pueblo Señor,
Podamos demostrarte que lo que hiciste sirvió para algo.
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