Entre la nada y la eternidad,
Se pierde paso a paso la poca humanidad
Que va quedando en el hombre…
Ese hombre que es lobo para el hombre,
Y que devora todo lo que encuentra a su paso.
En el horizonte, entre nubes, miro el cadalso
Donde en forma de cruz, tu cuerpo maltrecho
Pende colgado de tres clavos. Ante el hecho
Irrefutable de tu muerte para mi salvación,
Solo acierto a avergonzarme Señor
De mi mismo… que hago
de Tu legado
Bendito Cristo mío… ¿Qué hago…?
Tú, clavado en la cruz, perdonando
Mis muchas faltas y pecados…
Y yo, de espaldas al calvario
Renegando hora tras hora, a diario,
Hasta el más pequeño de Tus mandatos.
¿Cómo puedo pedir perdón, si no perdono?
¿Cómo encuentro el camino, si sólo proporciono
Dolor y quebranto a los que están a mi lado…?
Ay Amor… Donde queda el Amor
Que derramaste por cada una de tus heridas…
Ay Señor… Ahora que mi alma está perdida
Entra la duda, la zozobra y el temor…
Tiéndeme Tu mano bendito Señor…
Y aunque sea quien menos lo merezca,
No permitas que mis ánimos desfallezcan.
Escucha esta voz que clama hacia el cielo
Y antes de que la vid que fui, se vuelva sarmiento,
Ten clemencia de este pobre pecador
Que sólo acude a Ti, cuando el dolor
Insoportable de su ausencia,
Le hiere profundamente el corazón,
Le nubla hasta la conciencia,
Le hace perder la razón
Y a veces, le quita hasta la prudencia…
Gracias por escucharme Señor…
Gracias por tanto como me das a diario
Y perdóname bendito Señor
Por lo poco que te ofrezco a cambio…
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