Fué ayer por la tarde,
como siempre pasa, sin quererlo.
De ti, ni idea... Ni acordarme...
Y como tantas otras veces, buscando
en aquel viejo ropero
viniste de nuevo a mis manos
y volviste a encender mis recuerdos...
En el mismo rincón donde te había dejado
quieto, como esperando de nuevo
el momento tan soñado
de volverme hacer sentir costalero.
Allí estábamos de nuevo
los dos frente a frente, tu al acecho
y yo con el corazón deshecho
y las piernas temblándome de miedo.
Volvieron de repente, como en oleadas
sensaciones que ya creía olvidadas
aromas de tarde... Fríos de madrugada...
Aromas de rinconcillo... noches trasnochadas.
Risas de pájaro verde, amanecidas en el bar plata...
Sudor, calor, sonidos y emociones reencontradas.
Y me volvieron a pasar por delante
mis vivencias más soñadas.
Y vuelvo a comprender que todo empieza y todo acaba
y que casi todo ha pasado en un instante.
Por eso escribí aquella tarde
quizas en un intento postrero
de volver a sentirme costalero
y sin pensar que nadie pudiera escucharme:
No despertarme. Que no, que no quiero
que quiero seguir soñando
que hoy vuelvo a ser costalero
y es tarde Lunes Santo...
Y en mi sueño hace de nuevo calor
y suenan otra vez las cornetas...
Pero tengo la certeza
de que aunque no me falten casta y valor
si que me fallan las fuerzas.
¿Y si no estoy soñando...?
¿Y si pudiera ser que pudiera...?
Pero estamos llegando a la puerta
y mi sueño se está acabando.
Y aunque una voz me grite: ¡Despierta...!
... Pararse ahí. Los dos costeros por parejo a tierra...
Yo quiero seguir soñando.
Por Dios. Por Dios... Quien pudiera volver a sacar San Gonzalo.
Queda con Dios, mi fiel compañero.
Humilde costal de arpillera
que tanto hiciste por mí cada primavera
cuando me permitiste ser y sentir costalero.
2 comentarios:
la madre que te pario!!!!!!
viva tu y vivan los pasos!!!!!
un beso antonio.
Ayy Heidi!! gente como tú ha hecho a ésta cuadrilla ser lo que es, y por eso no caerás nunca en el olvido, nosotros seguimos acordándonos de ti y te llevamos en el corazón, porque nos quedamos huérfanos en ese día en que te fuiste, por eso cada Lunes Santo desde nuestros recuerdos y desde el corazón te llevamos con nosotros bajo el Soberano, es así como el costalero de San Gonzalo vuelve cada Lunes Santo a su sitio, a las trabajaderas, desde el recuerdo imborrable de los amigos y compañeros que tuvieron la suerte de compartir momentos con todos ellos.
Un saludo: Jesús Gómez
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