miércoles, 11 de marzo de 2009

Fué ayer por la tarde,

como siempre pasa, sin quererlo.

De ti, ni idea... Ni acordarme...

Y como tantas otras veces, buscando

en aquel viejo ropero

viniste de nuevo a mis manos

y volviste a encender mis recuerdos...

En el mismo rincón donde te había dejado

quieto, como esperando de nuevo

el momento tan soñado

de volverme hacer sentir costalero.

Allí estábamos de nuevo

los dos frente a frente, tu al acecho

y yo con el corazón deshecho

y las piernas temblándome de miedo.

Volvieron de repente, como en oleadas

sensaciones que ya creía olvidadas

aromas de tarde... Fríos de madrugada...

Aromas de rinconcillo... noches trasnochadas.

Risas de pájaro verde, amanecidas en el bar plata...

Sudor, calor, sonidos y emociones reencontradas.

Y me volvieron a pasar por delante

mis vivencias más soñadas.

Y vuelvo a comprender que todo empieza y todo acaba

y que casi todo ha pasado en un instante.

Por eso escribí aquella tarde

quizas en un intento postrero

de volver a sentirme costalero

y sin pensar que nadie pudiera escucharme:

No despertarme. Que no, que no quiero

que quiero seguir soñando

que hoy vuelvo a ser costalero

y es tarde Lunes Santo...

Y en mi sueño hace de nuevo calor

y suenan otra vez las cornetas...

Pero tengo la certeza

de que aunque no me falten casta y valor

si que me fallan las fuerzas.

¿Y si no estoy soñando...?

¿Y si pudiera ser que pudiera...?

Pero estamos llegando a la puerta

y mi sueño se está acabando.

Y aunque una voz me grite: ¡Despierta...!

... Pararse ahí. Los dos costeros por parejo a tierra...

Yo quiero seguir soñando.

Por Dios. Por Dios... Quien pudiera volver a sacar San Gonzalo.

Queda con Dios, mi fiel compañero.

Humilde costal de arpillera

que tanto hiciste por mí cada primavera

cuando me permitiste ser y sentir costalero.

2 comentarios:

Miguel Angel Oliver dijo...

la madre que te pario!!!!!!
viva tu y vivan los pasos!!!!!
un beso antonio.

Anónimo dijo...

Ayy Heidi!! gente como tú ha hecho a ésta cuadrilla ser lo que es, y por eso no caerás nunca en el olvido, nosotros seguimos acordándonos de ti y te llevamos en el corazón, porque nos quedamos huérfanos en ese día en que te fuiste, por eso cada Lunes Santo desde nuestros recuerdos y desde el corazón te llevamos con nosotros bajo el Soberano, es así como el costalero de San Gonzalo vuelve cada Lunes Santo a su sitio, a las trabajaderas, desde el recuerdo imborrable de los amigos y compañeros que tuvieron la suerte de compartir momentos con todos ellos.
Un saludo: Jesús Gómez