El carácter se forja con el tiempo, con cada caída y sufrimiento que nos da la vida.

Cuentan que un día San Pedro Aguardaba tranquilo esperando Las almas, que poco a poco iban llegando Despacio hasta las mismas puertas del cielo. Y en estas, mirando a lo lejos Vio llegar la de un hombre, de mirada altiva Sintiendo el alma redimida Y en su pecho… el corazón viejo. ¿Qué hay, apóstol San Pedro? Aquí me tienes, que vengo a tu encuentro Por fin llegó mi día y a tu juicio acudo presto. Y aunque pequé de palabra, de obra y de pensamiento También hice algo bueno, que me abrirá las puertas del Reino. Pero antes que comience el juicio Y puesto que a la promesa de Dios me debo No quiero quedarme o partir de nuevo Sin contarle a Él mismo mi oficio. Quiero verlo bendito Apóstol y si no puedo que le digas Que intenté ganarme el respeto Debajo de un simple madero A lo largo de más de la mitad de mi vida. Dile que allá, en mi tierra bendita Los hombres sentimos su llamada A principios de Primavera, de forma desenfrenada Y que rezamos tras un antifaz o con un saco y dos zapatillas. Dile que este pobre hombre Paseó su imagen sobre sus hombros A lomos de un borriquillo o clavado en un tronco En silencio despreciado o triunfante Padre de todos… ¿Mi nombre?... ¿Qué importa el nombre? Se que nos está escuchando y lo sabe de cualquier modo. Y en esto, el mismo Jesús, pendiente de aquel revuelo Se llegó a ver que pasaba y asomándose a las puertas del cielo, Al punto lo reconoció y le dijo a San Pedro: Deja franca la entrada… deja que pase dentro. Ha tardado en llegar, Señor, le dijo, pero llegó el momento De ponerme a tus plantas de nuevo Y hoy como antaño hacía, solo espero La orden de mi capataz, para volver a levantarte al Cielo… Que quiero, por la calle ancha la feria, volver a pasearte Como un hijo pasea a su padre, cuando ya se siente viejo. O bajar por San Jacinto, y mecerte de costero a costero… Que es lo que mejor sabemos hacer los costaleros para honrarte. O llevarte hasta la catedral, que te vea Sevilla de parte a parte O que llegues a la plaza, por la noche… con el izquierdo por delante. Descansa de una vez buen hombre… párate ahí costalero. Le dijo el mismo Jesús, al verlo sin resuello. Más cerca de mí que nadie, siempre me llevaste dentro Que en la tierra de mi Madre… tuve al mejor cirineo. Abre bien las puertas, Pedro, Deja que éste hombre pase. Que ya le llegó su momento. Que a pesar de sus muchos pecados… La Gloria bien se ha ganado Llevando a mi Madre por la calle… Que con más amor no se me puede sacar de paseo. Deja que pase a mi lado, buen Pedro. Como tantos pasaron antes… Que un gran corazón y un costal, también son buenas llaves Para abrir de par en par las puertas del Cielo. Y que sirva como ejemplo A las generaciones venideras… Para que no falten cada primavera Buenos hombres… Que vivan y sientan en costalero.